Frankl afirma que la labor del médico no es meramente restituir la salud corporal del paciente sino también ayudarle a encontrar la actitud adecuada para enfrentarse a su situación. Entre médico y paciente se establece una relación personal por lo que debe existir un nivel de comunicación y consuelo adecuado puesto que más que nunca el hombre en una situación de dificultad debe sentirse valorado, acompañado y consolado para sentir aliviado, en parte, su miedo, su tristeza y su fragilidad.
El hombre es un ser de una grandeza y una nobleza extrema, por esta razón, el autor afirma que un médico que no se haga cargo de este tipo de funciones no se diferenciará en nada de un veterinario, con la diferencia de que el objeto de estudio es distinto: en un caso, las personas, en otro, los animales: “Si se frustra la voluntad de sentido, el hombre está igualmente inclinado a quitarse la vida a pesar de la abundancia y el bienestar que le rodean. Basta con ver las asombrosas cifras de suicidios en los países típicamente prósperos, como Suecia y Austria” . Por tanto, un buen médico no sólo debe prestar los cuidados necesarios al cuerpo del enfermo sino también debe prestar la atención necesaria a su yo personal.
El sentido es importante para Frankl hasta el punto que afirma que no puede decir con rotundidad que todos aquellos que se suicidan lo hagan porque han perdido el sentido en sus vidas, sin embargo, sí tiene la convicción de que el impulso al suicidio desaparecería desde el momento en que encontrasen un motivo para vivir, es decir, desde el instante en que pudiesen encontrar una razón que dotase de sentido su existencia. Pese a lo que en apariencia pueda pensarse, no son necesarias infinidad de razones para desear seguir con vida, en ocasiones, una razón es lo suficientemente poderosa como para motivar a aquel que está triste y darle energías para seguir hacia delante con una perspectiva de futuro. Una de las razones fundamentales de todo hombre es el amor; saberse querido y a su vez amar a los demás. El amor implica el deseo de que el ser querido exista ya que la ausencia de dicho bien produce tristeza.
Victor Frankl era un autor creyente por lo que piensa que la fe puede aportar un sentido a la vida humana, sin embargo, no es el único sentido posible ni es válido para todo hombre ya que también existen personas ateas y agnósticas. Por esta razón, cada ser humano debe buscar en su interior qué motivos tiene para vivir y qué deseos le quedan por realizar.
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