Muchos modelos familiares inadecuados pueden ser predisponentes al juego patológico; entre otros podrían citarse una disciplina familiar inadecuada, inconsistente o excesivamente permisiva, presencia de jugadores patológicos al interior del núcleo familiar, exposición al juego durante la adolescencia, ruptura del hogar, valores familiares apoyados en símbolos materiales y financieros, la falta de planificación y el despilfarro de bienes.
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