A lo largo de la historia se ha mantenido el gusto por las apuestas y los juegos de azar a partir de unas prácticas clandestinas o públicas para las cuales ha tenido mucho que ver la dinámica de las transformaciones de las leyes de entretenimiento admitido de tiempo en tiempo.
Yépez (2003, p.14) sostiene que esta posibilidad humana se ha ido estructurando en varias formas entre las que se distinguen cuatro principales estilos de juegos: el de competición, que se caracteriza porque hay igualdad de oportunidades y el ganador es el mejor; el de azar, donde el resultado se deja a la suerte; el de vértigo (Actuales juegos extremos), juego que busca una sensación de éxtasis, de miedo y está relacionado con las necesidades y actitudes de los jugadores; y los de reglas, tiene que ver con la habilidad del jugador como pasatiempos y aficiones donde el aficionado compite consigo mismo al lograr armar un rompecabezas o conseguir una nueva pieza para su colección. El juego se considera una diversión cuando hay un control y un goce en el acto en sí, mientras que deja de serlo cuando la persona pierde su libertad de decisión e implica descontrol y sufrimiento; en este último caso se está hablando de ludopatía; a continuación se hace una breve aclaración acerca de estas dos posibilidades del juego llamando la atención sobre la diferencia entre azar y fortuna lo cual es de gran relevancia para el presente trabajo. Autores como Goleman (1996, p.78) expresan que “Cuando las emociones son demasiado apagadas crean aburrimiento y distancia /mas/ cuando están fuera de control y son demasiado extremas y persistentes, se vuelven patológicas”.
Para este efecto, es necesario recordar aquí que para la cultura occidental existen dos términos relacionados, pero no iguales, para nombrar cada una de las posiciones de quien juega; azar y fortuna. Esta diferencia es tan importante dado que señala una patología; al interior de la cultura de habla hispana, por ejemplo, aparecen las palabras tahúr y jugador, refiriéndose cada una a una posición diferente de persona que juega.
En los países de habla inglesa igualmente, existen vocablos distintos: gambler, para nombrar a la persona que puede llegar a arriesgarlo todo por la consecución de una ganancia y placer para quien sólo está por el deseo de entretenerse.
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