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Juego patológico (ludopatías)

LUDOPATÍA: EVOLUCIÓN DEL TÉRMINO
 
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A pesar de ser una enfermedad muy antigua, y de que los problemas asociados a los juegos de azar han existido desde tiempos remotos,  no es hasta el siglo XX cuando se les empieza a dar un tratamiento al tema.  Una de las primeras aproximaciones psicológicas a éste trastorno precede de la orientación psicoanalítica, cuando Freud (1928) hace un acercamiento al tema en su ensayo sobre la figura de Dovtoyevski.

Hasta 1975 no se había empezado a estudiar el juego patológico como tal, siendo en 1979 cuando Morán la define como juego patológico.  Su reconocimiento oficial no se produce hasta 1980, cuando la Asociación de Psiquiatría Americana en el Manual diagnostico y estadístico de los trastornos mentales, incluye el juego patológico como una de sus categorías dentro de los trastornos del control de impulsos no clasificados en otros apartados DSM - IV, (APA (1995,  p.632)).
Fruto de varias transformaciones a lo largo de su historia, los manuales psiquiátricos fueron construyendo una serie de criterios diagnósticos, comenzando con los del DSM–III, (APA (1984)) para juego patológico.   Allí, el juego patológico es situado en el apartado de trastornos del control de impulsos no clasificados en otros apartados, junto con problemas como la cleptomanía, el trastorno explosivo intermitente, la piromanía, y la tricotilomanía.  Es una clasificación diagnóstica residual, una especie de cajón de sastre, para aquellos trastornos del control de los impulsos que no se han clasificado en otras categorías.
Para 1992, el DSM – III -R APA (1988) hace una especie de vuelco con relación  a los criterios diagnósticos del DSM - III, El juego patológico, según este manual, podría clasificarse como una adicción no tóxica, pero la categoría de adicciones en el DSM–III-R se limita a las conductas de ingesta de alcohol y otras drogas. Echeburúa y Báez, (1990, p. 127-143) dicen que en todo caso “Los criterios para el abuso de sustancias y para el juego patológico son básicamente los mismos si se sustituye el juego por la sustancia adictiva, con un énfasis especial en la pérdida de control.”  Más adelante y tras este aporte, en la clasificación diagnóstica del DSM-IV se colocarán  estas cinco categorías específicas:

  • Trastorno explosivo intermitente.
  • Cleptomanía.
  • Juego patológico.
  • Piromanía.
  • Tricotilomanía.
  • Y una categoría residual llamada “Trastorno de Control de los Impulsos no Especificado”, que incluiría trastornos del control de impulsos que no cumplen los criterios de unos trastornos específicos y una categoría residual.   Según el DSM-IV, los trastornos del control de impulsos se caracterizan por un impulso irresistible a realizar actos dañinos y se definen por tres características esenciales: Fracaso en resistir el impulso, deseo o tentación de llevar a cabo algún acto que es dañino para el individuo o para los demás; sensación creciente de tensión o de activación antes de llevar a cabo el acto y experiencia de placer, gratificación o liberación en el momento de consumar el acto.

De otro lado en 1992,  la  clasificación Internacional de las enfermedades mentales tiene un lenguaje común, tal como lo muestran las acepciones que la Organización Mundial de la Salud (OMS) presenta en  la entonces reciente publicación del CIE 10.  Hacia 1995 ya se cuentan con nuevas especificaciones al respecto consignadas en el DSM-IV.

El DSM-IV (APA. 1993), añade a los criterios diagnósticos un aspecto de gran importancia, pues se comienza a dar relevancia tanto a las consecuencias del juego como a los factores desencadenantes del mismo, sugiriéndose la necesidad de tratamientos tanto sintomáticos como no sintomáticos de este problema.   Es aquí donde se inserta el presente esfuerzo por acercarse al problema del juego patológico.  El criterio que añadió el DSM-IV a su versión anterior propone al juego patológico utilizado como estrategia para escapar de problemas o para mitigar un estado de  ánimo deprimido o disfórico.

 
 
 
 
   
 
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