El juego patológico en el contexto de este trabajo investigativo es entendida como una adicción a los juegos de azar. Por ser una adicción, está considerada enfermedad crónica que no tiene cura aunque pueda controlarse, con lo cual se quiere decir que siempre estará ahí, aunque sea de un modo silencioso, esperando el menor descuido para volver a emerger. El jugador patológico nunca dejará de serlo aunque acumule años y acabe por envejecer absteniéndose de jugar.
Tal como sucede con otras adicciones, la ludopatía también va alterando las diferentes áreas de la vida del jugador patológico incluyendo lo laboral, lo educativo, lo familiar, etc. De manera similar a lo que ocurre con la persona adictas a las drogas, por ejemplo, el ludópata va avanzando en la enfermedad debido también a la tolerancia cada vez mayor frente al juego, manifestada y fundamentada en su permanente necesidad de seguir jugando, hecho que explica el característico incremento en sus apuestas.
“El ludópata nunca podrá recuperar la libertad frente al juego que tienen las personas que carecen de este problema. Eso significa que si después de varios años sin jugar echa una moneda en la maquina, juega un cartón de bingo o hace una apuesta a la ruleta, recaerá y todo volverá a ser como antes, como si el tiempo de la abstención no hubiera pasado. Si el juego patológico se curase realmente, eso no sucedería y podría volver a jugar sin mayores riesgos, como las demás personas; pero eso es precisamente lo que no sucede”. (Ramos, 2005, p.25).
Según Becoña (1995, p. 423-440), los jugadores pasan por diferentes etapas en su conducta de juego. En un principio se encuentran en una etapa dorada, en donde el jugador obtiene ganancias con el juego, aunque siempre es más conciente de lo que gana, de lo que gasta, magnificando las mencionadas ganancias. Paulatinamente ira arriesgando mas dinero y entrará en una etapa de pérdidas, aunque si consigue más dinero para continuar jugando mediante prestamos a familia y amigos, continuará arriesgando más dinero para recuperar el que ya ha perdido. Aquí el jugador entra en una espiral cíclica de perdidas-ganancias, que le llevaran a la etapa de desesperación, en donde el jugador no tiene mas dinero ni forma de conseguir más, aunque, si consigue un medio de seguir jugando, vendiendo propiedades o empeñando objetos personales, el jugador vivirá exclusivamente para jugar.
En esta etapa el jugador cree que la solución a sus problemas es el juego y su único objetivo es jugar. Los problemas tanto familiares como económicos derivados del juego tienen ya mucha importancia, y el jugador se encuentra agotado tanto física como psicológicamente. Durante esta etapa muchos jugadores buscan ayuda para salir de su problema, aunque otros no, pudiendo llegar en muchos casos a la etapa de desesperanza o abandono, en donde el jugador no cree que exista una solución a su problema, percibiéndose como un caso perdido.
En algunos casos y tras un período de tiempo que cambia acorde a la persona ludópata, ésta entra en una fase denominada de aceptación, en donde se da cuenta de la existencia de su problema con relación al juego, hecho que la lanza en los casos más positivos a busca ayudar para superar en tanto éste es un comportamiento caracterizado por la incapacidad de abstenerse o detenerse respecto al juego.
En medio de todo este proceso son de gran importancia elementos desagradables que ordinariamente no son tendidos en cuenta de cara la abstinencia: comúnmente cuando el ludópata suspende la frecuencia de visitas a los lugares donde ordinariamente juega, aparecen síntomas desagradables tales como irritabilidad, ansiedad, sudoración, y otros.
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