Tenemos que hacer un poco de análisis de nuestra situación particular antes de decidirnos que tipo de tratamiento es el que más adecuado nos puede resultar, ya que no todos los estados pueden tratarse de la misma forma y hay diferentes formas de encarar diferentes problemáticas.
Lo primero que tenemos que hacer es ver exactamente como es que nos afecta el miedo a volar, en que momento comienza la ansiedad y en que momento. Puede ser que en la vorágine de la situación no nos demos cuenta exactamente de cómo es, pero seguramente hay ciertas situaciones y momentos en que nuestros temores se manifiestan con mayor fuerza y otros en que prácticamente (o totalmente) desaparece.
Una de las posibilidades es que nuestro miedo a volar se relacione estrictamente con el vuelo. O sea, es el momento del vuelo el que nos hace entrar en pánico, no son todos esos momentos que se encuentran alrededor del viaje propiamente dicho.
Pero también se nos presenta otra, que es que puede ser que nuestra ansiedad se presente durante todo el proceso del viaje, desde el momento en que salimos de nuestra casa para ponernos en camino hasta el momento en que llegamos.
Si nos contamos entre las personas con una fobia de las que pueden entrar dentro de la primer "categoría" que hemos nombrado, entonces lo más recomendable es que tratemos de encontrar un programa de recuperación frente al miedo a volar que pueda específicamente enfrentar cada una de las preocupaciones que tenemos con respecto a la situación.
No necesitamos algo más amplio si no tenemos problemas más amplios. Lo mejor es atacar directamente la fuente y concentrarnos en ella.
Ahora bien, también puede ser que sintamos una ansiedad generalizada, no sobre algo especifico, sino que tengamos miedo de muchas cosas, con lo cual nos resulta poco practico el concentrarnos en lo que nos produce miedo a volar, si en cualquier caso nos queda luego por superar toda otra serie de ansiedades.
Así que lo que tenemos que buscar en este segundo caso es un terapeuta que sea capaz de cambiar nuestros procesos de pensamiento. Esta es una de las mejores formas de escaparle al pánico: cambiar la forma en que vemos lo que esta pasando, para que los procesos que nos provocan el miedo ya no tengan poder sobre nosotros.
Con respecto a esto último, hay un proceso que se denomina "detener el pensamiento" que cumple justamente con este cometido. Este ejercicio puede ser fácilmente practicado en la vida cotidiana, cada vez que queramos y tiene muy buenos efectos.
Lo único que necesitamos saber es que tenemos que practicarlo con anticipación, no esperar a estar en medio de un ataque de pánico, ya que en ese momento nos resultará prácticamente imposible concentrarnos lo suficiente como para comenzarlo.
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