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La finalidad de este breve apartado es determinar la esencia del dolor se-gún la doctrina tomista; con este objetivo expondremos los siguientes puntos:
a) A primera vista, Tomás nos diría que "el dolor es una pasión corporal ". Sin embargo, no sólo existe dolor sensitivo sino también anímico. Paralelamente, define la tristeza sensible como el movimiento de la virtud apetitiva que tiene órgano corporal con alguna transmutación corporal . De hecho, nacen niños con minusvalías, al igual que una avanzada edad es sinónimo de aparición de achaques, o cualquier accidente o enfermedad puede hacernos perder un órgano importante de nuestro cuerpo (algo que provocaría dolor, que es una lesión del sentido ). Por eso, cuando se da algún tipo de atrofia en un órgano se impide el placer propio de ese sentido y se siente dolor y tris-teza.
La manifestación más evidente de dolor tiene su constatación en el fenómeno de la enfermedad. Sin embargo, aunque el dolor es una pasión corporal no sólo existen enfermedades físicas sino que actualmente, estamos asistiendo a la proliferación de en-fermedades psíquicas. Las investigaciones que Tomás realizó sobre la acedia tienen un gran paralelismo con los rasgos de la depresión actual.
b) Es evidente que la anatomía humana está dominada por sentidos de los que surgen sentimientos . Con todo, ya Alberto Magno explicaba que “no podemos conocer continuamente, ni sentir, ni complacernos porque el movimiento corporal destruye y, por consiguiente, debilita el órgano” . A este respecto, Tomás de Aquino escribe que "el cansancio es causa de tristeza" . No obstante, de forma natural, el sentido está abierto potencialmente a recibir tanto placer como dolor. Sin embargo, el hecho de que nuestros sentidos no pueden estar constantemente en actividad queda claramente refle-jado en que somos seres que descansamos y dormimos una parte del día.
c) Tomás de Aquino comenta que "la impresión que queda en el concupiscible desde la presencia del bien se llama gozo o placer, pero la presencia del mal se llama tristeza o dolor" . La percepción de un bien produce en el hombre el deseo de perte-nencia, por el contrario, el ser humano no sólo huye sino que además teme el mal propio del dolor y la tristeza. Así, según Tomás de Aquino, hablando de modo absoluto, el de-seo de placer es realmente más fuerte que la huida de la tristeza; sin embargo, acciden-talmente, se huye más de la tristeza que se apetece el placer . Es decir, el hombre es capaz de renunciar a un bien antes que padecer un mal, por ejemplo, una enfermedad. Sin embargo, de esto no se deduce ni que todo placer sea bueno, ni que toda tristeza sea mala. De hecho, algunas tristezas son buenas y apetecibles en tanto que son útiles para algo (la tristeza de la penitencia es útil para la salud), al igual que es malo aquel placer que se da en desorden puesto que produce adicción.
Precisamente, ese es uno de los grandes retos que los padres tienen como edu-cadores. De manera inicial, todo placer parece bueno porque resulta atractivo, princi-palmente, para los adolescentes que se encuentran en esa etapa de la vida en la que tie-nen el deseo de descubrir lo nuevo. La formación y el ejemplo de los padres es funda-mental para que el niño sepa diferenciar el placer bueno de aquel que no lo es.
In III Sent., ds. 15, qu. 2, ar. 3c. Cfr. sobre este tema: Tomás de Aquino, De Veritate, 26, Las pasiones del alma, Introducción, traducción y notas de J. F. Sellés, Cuadernos de Anuario Filosófico, nº 111, Pamplona, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 2000.
Cfr. S. Theol. I-II, qu. 41, ar. 1, co.
Q.D. De Ver., qu. 26, ar. 4, ra. 4.
Cfr. Comp. Theol., lb. 1, cp. 165.
Cfr. Sellés, J.F., “Naturaleza y niveles de los sentimientos”, Pensamiento y cultura, 4 (2001), 75-86.
Alberto Magno, Super Ethica, Liber X, Lectio VII, vol. 14-2, 733.
In IV Sent., ds. 49, qu. 3, ar. 3, b.
In III Sent., ds. 26, qu. 1, ar. 3, co.
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