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Actualmente, los psiquiatras afirman que son muchas las depresiones que se de-sencadenan a partir del descubrimiento de una enfermedad.
Por ejemplo, muchas en-fermas de cáncer necesitan de la ayuda de un psicólogo que les ayude a aceptar su situación y a convivir con ella porque, al parecer, “el dolor sume al hombre en una pro-funda crisis de identidad, de verdad y de sentido” . Sería extraño que alguien que tiene que hacer frente a una enfermedad muy grave no se plantee con angustia en algún mo-mento por qué le tuvo que suceder a él . Y quizá, en la dificultad que genera la respues-ta de esta pregunta reside la propia incomprensión que los hombres tienen del dolor .
Por ejemplo, no es semejante el dolor físico que siente una persona enferma de cáncer tras los tratamientos de radioterapia o quimioterapia que el dolor anímico producido por su enfermedad. “Hay que distinguir, por consiguiente, un dolor físico, somático, orgánico, y un dolor moral, anímico o espiritual” . Tomás de Aquino explica que “la enfermedad es privación de la salud, no porque prive de toda la salud, sino porque es un camino para la posible desaparición total de la salud” .
Uno de los grandes descubrimientos de Tomás, muy relacionado con las investi-gaciones realizadas en la psicología actual, consiste en explicar que el estado de ánimo tiene una influencia directa en nuestra salud. A este respecto comenta que “la buena disposición del cuerpo redunda de algún modo en el corazón” . Por el contrario, mien-tras los hombres que viven en la alegría parece que rejuvenecen, aquellos que viven en constantes tristezas se sienten envejecidos. A este respecto, un comentador sui generis del de Aquino, Suárez, explica que “el placer es el movimiento que máximamente se adapta al mismo corazón, principalmente, aquel placer en el que hay deseo, y entonces, en la consecución natural, el corazón se dilata cuando se complace y difunde la san-gre ".
Cfr. S. Theol., I-II, qu. 35, ar. 7, co.
In IV Sent., ds. 49, qu. 3, ar. 4, qc. b, co.
Cfr. In Ethic., lb. 7, lc. 14, n. 5.
En un estudio reciente se afirma que “entre un número determinado de pacientes con cáncer de mama afirmaban que tenían un alto grado de control personal sobre la reaparición de su enfermedad. Y aun cuando se enfrentaron a la mala noticia de que su cáncer se había reproducido, estas pacientes persistieron en la ilusión de que todavía mantenían un control. Lo único que cambiaron fue la parcela sobre la que ejercían el control. Así, en vez de creer que podrían evitar una recaída, pasaron a centrarse en el control de su propio tratamiento, concibiendo la ilusión de que, aunque en otro aspecto, ellas seguían llevando las riendas. Limitando sus ambiciones sobre lo que podían controlar, fueron capaces de seguir creyendo en la ilusión. Psicólogos, familiares, oncólogos y las propias pacientes estimaron que su adaptación era mejor que la de las afectadas de cáncer de mama recurrente que cayeron en la depresión. Aun más, las mujeres que mantuvieron la ilusión de estar al mando tuvieron menos dolores, vivieron más y con una actitud más alegre que aquellas que estaban deprimidas, desmoralizadas, las que sentían que su cáncer escapaba a su control. En otras palabras, la ilusión de control favorece los procesos internos positivos, y éstos nos procuran, a su vez, control real sobre lo que nos sucede”, Vaughan, S.C., La psicología del optimismo, Paidós, Barcelona, 2004, 55.
Fuster i Camp, I.X., Sufrimiento humano: verdad y sentido, Balmes, Barcelona, 2005, 61.
En este sentido se declara que “La recente traduzione in lingua italiana del Commento a Giobbe, scritto da S. Tommaso d´Aquino mette a disposizione di un´ampia gamma di lettori un´opera che sta ritornando all´attenzione dei teologi non soltando per l´eleganza dello stile e l´innovativo criterio esegetico con cui ai suoi tempi è stata redatta, ma essenzialmente per la tematica di fondo che da sempre attraversa la storia dell´umanità: come si può ammettere l´esistenza di un Dio che si prende cura delle
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