Cuando la negociación se centra en un conflicto, la idea central está en que las
partes implicadas difieren en sus intereses, pero comparten el anhelo de encontrar una solución. De esta manera, deberán acordar ciertas premisas básicas, y ceder en algunos puntos para llegar a algún tipo de acuerdo.
En consecuencia, el objetivo deseable es llegar a un acuerdo que ambas partes consideren aceptable.
Básicamente, resolver situaciones problemáticas consta de tres instancias:
1.- Determinar los objetivos de la negociación. Es necesario organizar la estrategia que se adoptará y acceder a toda la información posible sobre el tema. Las tareas que uno debe realizar en pos de alcanzar un acuerdo razonable son:
- Clarificar los objetivos que se quieren conseguir, ordenándolos por nivel de prioridad..
- Dividir el asunto en varias partes para que sea más claro y fácil a la hora de negociar.
- Evaluar las consecuencias.
2.- Sentarse a negociar.
En este sentido, el negociador debería:
- Mostrar una actitud positiva desde el principio.
- Exponer el problema tal como es visto por ambas partes y hacer las primeras propuestas para solucionarlo. Para facilitar la comunicación es preferible escuchar primero las propuestas del otro. Si alguna de ellas parece inaceptable, no se debe rechazar inmediatamente, lo mejor es tratarla con respeto y seriedad, hacer preguntas para aclararla y destacar los puntos que parecen interesantes para conversar. Posteriormente se expondrá de manera clara y precisa nuestra solución y sus argumentos.
- Hacer preguntas. Esto nos permite dirigir la conversación en el sentido deseado. También es útil para ayudar a la otra parte a razonar.
- Plantear la solución posible.
- Evaluar el nivel de tensión para analizar si es conveniente seguir negociando o dejarlo para la próxima reunión así se retoman los temas con más calma.
3.- Cerrando los acuerdos alcanzados.
Cuando se hayan alcanzado los acuerdos que permitan superar el conflicto, resulta prudente hacer un resumen verbal, anotarlo y leerlo en voz alta.
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