Hacer contacto visual durante el discurso es muy importante, ya que ayuda a hacer llegar nuestro mensaje a la audiencia. Si perdemos el contacto visual por nuestro nerviosismo, estamos en un problema.
En esta situación, debemos buscar en la multitud a alguna persona conocida, con la que tengamos una buena relación, amistosa de ser posible. Enfoquémonos en esta persona, pero no dejemos de mirar también hacia los otros extremos del auditorio o cuarto donde estemos.
Un pequeño truco que nos puede evitar en parte la situación embarazosa de buscar contacto visual: cuando miremos a gente que no conocemos o con la que no tenemos una buena relación, miremos un poco por encima de ellos, dando la sensación de que los estamos mirando, pero sin hacerlo realmente. Esto puede ayudarnos a perder un poco el miedo.
A medida que vaya pasando el tiempo y vayamos ganando experiencia y calma, nos iremos sintiendo más cómodos con la situación y aprenderemos a mirarlos directamente a los ojos.
Gesticulación
En un principio, es probable que nuestros gestos parezcan forzados. El gran problema al que se enfrenta cualquiera que quiera dominar sus gestos cuando se encuentre frente a un publico es que debe hacer con sus manos. Dejarlas al costado, sin usarlas para gesticular puede ponernos aun más nerviosos, además de lucir muy anti-natural. ¿Cuál es la receta para mantener gestos relajados durante la disertación?
Para empezar, deberemos hablarle a la audiencia en un tono tranquilo, conversacional, como si estuviésemos hablando con un amigo en el café de la esquina, no dando un discurso para una multitud. Esto necesita, por supuesto, mucha practica, pero ayuda mucho a nuestros gestos, por ponernos en una situación mucho más familiar.
Deberíamos tratar de olvidarnos totalmente de nuestras manos, pensar en ellas lo menos posible.
Si tenemos alguna costumbre nerviosa con nuestras manos, como jugar con nuestros botones o ponerlas en los bolsillos, deberemos tratar de evitarlo a toda costa. La forma más fácil es también la más simple: no usar ropa con botones o bolsillos. Este tipo de gestos no solo lucen mal, sino que además distraen a nuestra audiencia de lo que debería ser nuestro principal objetivo: transmitir nuestro mensaje a través de nuestras palabras.
El consejo final en esta parte del texto podría ser que si no podemos evitar jugar con nuestras manos, debemos mantener presionado nuestro pulgar contra el dedo índice, con fuerza, para recordarnos constantemente que debemos evitar los movimientos innecesarios. Y los brazos los podemos mantener estirados a ambos lados del cuerpo. O apoyarlos, ligeramente flexionados y en una posición natural, sobre el estrado o lo que sea que tengamos delante de nosotros.
En definitiva, tener en cuenta lo que estamos haciendo con nuestras manos es importante, pero obsesionarse con ellas puede ser una buena forma de ponernos en un estado de nerviosismo que no nos conviene en nada. Tratemos de tener calma y ser naturales y no deberíamos tener problemas.
Tirando las tarjetas
Finalmente, otro de los grandes accidentes que nos pueden ocurrir (grandes en el contexto situacional en que nos encontramos, no para la vida en general) es tirar las fichas bibliográficas donde tenemos nuestras anotaciones. Y esto es algo que puede pasar, mas aun si, por el nerviosismo, tenemos problemas para controlar lo que hacemos con nuestras manos.
Igual, esto no es la muerte de nadie, ni un problema imposible de resolver o que pueda arruinar nuestro discurso. Es simple cuestión de levantar las fichas, ordenarlas (si podemos, para mantener la velocidad del discurso. Si perderíamos mucho tiempo con esto, pero podemos identificar cada ficha fácilmente, tal ve no lo necesitemos). Para hacernos mas fácil la tarea de ordenar nuestras fichas en caso de un accidente, deberemos numerarlas en alguna parte visible (el margen superior derecho es el mejor lugar para esto, ya que es el primer lugar que veremos, por una cuestión de funcionamiento del cerebro y los puntos de máxima atención de la imagen).
Si, para hacer las cosas mas complicadas (que nunca viene mal) no recordamos en que numero de ficha estábamos, simplemente vamos al tema coloreado sobre el que estábamos hablando y remediamos con un poco de habilidad mental el problema en que nos metimos.
Por esto es que se usa tanto numero como colores para marcar las fichas, ya que es mas difícil que olvidemos las dos cosas que que olvidemos solo una, en caso de un accidente.
El otro método que podemos sugerir es hacerse una imagen de nuestro discurso en nuestra mente, como si de un mapa se tratase, y luego simplemente ir recorriéndolo. O sea, tener una especie de boceto con todos los temas principales en nuestra mente, en el orden correcto. Para esto puede ayudar visualizar nuestro discurso como si de una historia o de una película se tratase, con su comienzo, medio y final, yendo hacia un punto determinado, no simplemente vagando de un tema a otro sin un orden lógico. Esto puede ser de muchísima ayuda a la hora de recuperar la posición dentro del discurso.
Bien, estos son algunos consejos muy útiles a la hora de enfrentarse a la terrorífica situación. Lo cierto es que hablar en publico no es tan terrible como pensamos, y no nos enfrentamos a una situación limite donde podamos perder demasiado. Es simplemente cuestión de superar miedos y vergüenzas, y seguramente lo haremos mas que bien.
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