El miedo de todo orador comienza cuando se dispone a enfrentar a su público. Ni que decir cuando éste es multitudinario. Por eso lo mejor es estar relajado y saber cómo enfrentar lo que le espera, para poner rápidamente al auditorio de su lado-
Los segundos cruciales
El público, ni bien ve pararse a un orador frente a ellos, se forma una imagen inconsciente de esa persona -ya sea por la vestimenta que trae puesta, por su rostro, por la manera de caminar o pararse, etc.-
Esto ocurre en los primeros cinco a diez segundos, y en los siguientes 50 segundos (o sea cuando usted comienza a hablar) pueden reafirmar esta posición o cambiarla un poco, pero casi nunca la modificarán.
¡ El primer minuto, entonces, es crucial !
Comience por “enganchar” a su audiencia
La introducción de su presentación determinará en buena parte el efecto de la misma sobre el público.
Lo primero que debe hacer es preparar el tema con algo que atraiga a la gente y decirlo al principio del discurso. Debe crear un estado de ánimo óptimo en el espectador, resumiendo lo que va a decir desde ese momento, ganándose la credibilidad de la gente.
Atraer la atención
En este punto, usted se estará preguntando “pero, ¿cómo hago para atraer la atención del público desde un principio?”
Existen distintas maneras, dependiendo del tema de la presentación y del público asistente.
A continuación le presentamos las distintas opciones para que su público lo “quiera” de entrada.
Humor
Lo primero es el humor.
El humor debe ser siempre alegre, positivo, pero no muy deliberado y buscado a propósito aunque realmente no lo sienta. La gente nota si una persona es espontánea o si está forzando ese estado de ánimo.
Por eso a veces es mejor una sola anécdota divertida durante el discurso que muchos chistes preparados de antemano de los cuales nadie se ríe. Si su fuerte no es el humor o usted no se considera gracioso pruebe con otras tácticas.
En todo caso, pregúntese siempre primero:
¿Lo entenderán?
¿Les parecerá gracioso?
Si la respuesta es negativa, o no está seguro, mejor pruebe con otra cosa.
Citas
Luego podría utilizar las citas de gente respetada en el ambiente. Hay muchos libros y sitios de Internet con compilaciones de citas, ordenadas por temas, que usted puede consultar.
O puede recurrir a discursos de políticos, escritores, oradores reconocidos, periodistas especializados, pero siempre teniendo en cuenta que es imprescindible que su público conozca y respete a la persona que usted esté citando.
En este aspecto, debe tener lo siguiente: al citar a alguien, usted está creando un clima favorable a usted y/o a sus objetivos con la presentación, mediante la “transferencia” del prestigio de la persona citada hacia usted y su presentación. De alguna manera, es como si implícitamente estuviera diciendo “X está de acuerdo conmigo”.
De lo contrario, si la persona citada es un perfecto desconocido para su audiencia, sólo cosechará indiferencia. O, peor aún, se ganará la antipatía de todo el público, si nombra a alguien no querido por la mayoría.
Preguntas
También es bueno comenzar haciendo preguntas al público. De esta manera sabrán que usted está dispuesto a escucharlos y no se parará frente a ellos sólo para recitar su presentación.
Pregunte cosas que sólo tengan respuestas afirmativas o negativas (afirmativas, e lo posible, por ejemplo: ¿me escuchan todos bien?), pero que sean razonables (¿les gusta el salón de conferencias? puede ser pertinente pero no hay nada que pueda hacer si le responden que no).
Lo visual
Como dijimos desde un principio, lo esencial entra por los ojos. Por eso la vestimenta juega un papel primordial en su presentación.
Obviamente no va a ingresar con un pantalón corto y una remera sin mangas, salvo que quiera causar la gracia del público presente. Lo mejor suelen ser los trajes oscuros combinados con camisas claras (o blanca), corbatas discretas (olvide los diseños de caricaturas y los colores chillones) y medias lisas azul oscuro o negras (dependiendo del color del traje y de los zapatos).
También es importante el calzado. Mucha gente juzga al otro por lo que se pone en los pies, así que tenga la prudencia de tenerlos bien lustrados (todo esto en el caso de los hombres, por supuesto).
En el caso de las mujeres, mientras más discretas sean mejor. Un escote pronunciado o una pollera exageradamente corta no tendrán la mejor aceptación por parte de las mujeres del público... y distraerán a la audiencia masculina, que lo a que menos prestará atención es a su discurso (salvo, claro, que esa sea su intención).
De todos modos, ya no se considera necesario vestirse con un “traje para mujeres”, y algo clásico (saco o chaqueta y camisa, con pantalón o pollera, por ejemplo) pero menos acartonado es adecuado. Trate de que la ropa no sea muy llamativa –pero tampoco de colores muy apagados o sombríos- y que combine con su color de pelo, ojos o piel.
Evite todo lo exagerado (como las joyas), lo muy llamativo, y lo que le dificulte el libre movimiento durante la presentación o que distraiga su atención (como prendas que tenga estar reacomodando en forma constante, bufandas, etc.)
Y, en caso de dudas sobre el estilo a elegir, pregunte a los organizadores cuál sería el más correcto (no quedaría muy bien tampoco que usted vaya demasiado a contramano de la audiencia).
Anécdotas
Otra buena manera de causar buena impresión es contar anécdotas personales, siempre que sean divertidas y que no las entienda usted solo.
Tenga en cuenta que deben ser cortas y tiene que estar muy convencido del momento justo para introducirlas... y de que no harán que el público se quede preguntando “¿y con esto, qué?”
Estadísticas
Las estadísticas son buenas para reflejar algo en forma contundente, por lo que debe buscar aquellas que sean realmente impactantes, y referirse a ellas en forma directa y sin dudar (ni dejar lugar a dudas).
Pero deben ser verificables y provenir de fuentes confiables para todo el público. Además, deben ser breves y de comprensión fácil, para no dar a lugar a malas interpretaciones o a malentendidos.
Por ejemplo: “Según XX, el 80% de los automovilistas olvidan cambiar la correa de distribución a tiempo. En esta presentación, aprenderá como formar parte del 20% que sabe evitar los problemas”.
Introducciones polémicas
Otras veces sirve ser “agresivo” al empezar una presentación. Obviamente sin insultar ni increpar a nadie. Sólo afirmar algo de manera violenta para que su público ponga atención en lo que usted va a decir y recuerde su mensaje.
Por ejemplo: “Se dan cuenta de que la mayoría de los vendedores no saben vender correctamente”... y, luego de una pequeña pausa, “al menos, así lo creen los gerentes de comercialización”.
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