El lograr un estilo propio, y adecuado, es un camino progresivo, y se va logrando con el tiempo y la práctica. Nadie nació siendo un eximio orador.
El tono de voz correcto para dar un discurso no es el mismo que utilizamos normalmente, sino que debemos alzar un poco nuestra voz, sin gritar, pero si dándole una fortaleza que fuerce a nuestro publico a prestarle atención aunque no quiera hacerlo.
Para esto es bueno practicar delante de un espejo o filmarse con una videograbadora y luego verse para saber qué cambiar o en qué enfatizar más.
Lo que debe lograr es mejor la manera de decir las cosas, sin importar que es lo que está diciendo, y tendiendo a lograr sonar cada más interesante, expresivo y autorizado. Para practicar, tome un texto cualquiera -cuanto más banal o árido mejor- y léalo tratando de sonar cautivante y convincente.
Encuentre un tono de voz adecuado para poder hablar mejor ante una audiencia. No es lo mismo hablar en un café con amigos que ante un público que requiere de sus conocimientos.
Cuide su voz antes de hablar. Pruebe diferentes tonos hasta lograr el más grave. Si se encuentra en una época fría del año, abrigue su garganta con una bufanda, y si detecta algún dolor o irritación tome los medicamentos adecuados o algún té con miel para llegar con buena voz a la presentación. No hay nada más desagradable que escuchar a un orador disfónico.
Para ir logrando el tono de voz ideal para una presentación, realice este ejercicio:
- Póngase cómodo, y deje el pecho y el diafragma libres, sin oprimirlos con nada.
- Empezando con su tono de voz habitual, cante “ding, dong, bing, bong”
- Luego continúe repitiendo esas palabras con un tono más grave cada vez
- Llegue hasta el tono más bajo que pueda sin forzar su laringe
- Haga lo mismo pero en sentido inverso, hasta llegar a la nota más alta que puede sin forzarse
- Baje nuevamente, hasta llegar a su tono de voz normal
Haga esta rutina una o dos veces todos los días, con cuatro o cinco repeticiones cada vez. Los resultados lo sorprenderán.
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