La primera versión que veremos de nuestro discurso, apenas salido de nuestro cerebro, es la que se encuentra en el papel o nos ilumina desde el monitor de nuestra computadora. Bien, como todos debemos saber, un texto no suena igual cuando se lo lee para adentro, sin alzar la voz, que cuando es leído en voz alta, para otros. La voz humana y la pronunciación le da aristas y curvas que no tienen en otro soporte. Por lo tanto, antes de decidir que nuestro discurso esta terminado y listo para ser dado como alimento a nuestro publico, debemos leerlo en voz alta mas de una vez, analizando su sonoridad y tratando de ver en que puntos puede fallar y donde puede ser demasiado flojo o excesivamente estridente, donde las palabras no se funden con naturalidad o donde las palabras, directamente, son una mezcla impronunciable.
Lograr que no solo diga lo que tiene que decir, sino que además lo haga sonando bien es una de nuestras metas.
Entonces, y como si fuera una obra de teatro lo mejor, una vez que tenga preparado el borrador de su discurso, es ensayar mucho. De esta manera usted podrá ir modificando las cosas que note que no están bien.
A veces con un solo repaso usted no notará estos errores. Solamente se le tornarán visibles a medida que usted los tenga más incorporados.
Además le servirá para ver su postura corporal, su tono de voz, etc. Grábelo con una cámara de video y luego véalo solo o con alguien entendido que le pueda hacer ver cosas que usted no puede distinguir a simple vista.
Observe si su presentación:
- Tiene una secuencia de ideas clara
- El nivel del material es acorde con el de la audiencia
- ¿Hay material superfluo?
- ¿Toca demasiados temas? ¿corre el riesgo de dispersarse?
- ¿En qué punto/s es mejor incluir el material visual?
- ¿El material está bien presentado?
- El discurso, tomado en su totalidad, ¿resulta interesante?
- ¿Está usando el lenguaje corporal adecuado?
Una vez respondidas estas preguntas, ajuste lo necesario y vuelva a grabar otro ensayo.
Si no es posible grabarse, diga su discurso en frente de un espejo, observándose cuidadosamente. Tomemos nota (mentalmente, no necesitamos escribirlo) de cada gesto y cada movimiento de nuestras manos. Tengamos todo esto en consideración y corrijamos lo que nos parezca fuera de lugar.
Debemos repasar en nuestra cabeza las palabras de nuestro discurso, casi como un mantra, hasta llegar al momento en que podamos decirlo perfectamente, en que recordemos cada secuencia.
Hagamos de cuenta que estamos enfrente de la audiencia, no enfrente de un espejo.
Y, por supuesto, será realmente útil si, como decíamos antes, podemos practicar nuestras palabras enfrente de una audiencia, aunque sea compuesta por nuestra familia y amigos. En realidad, hasta practicarlo enfrente de nuestro perro puede ser una gran ayuda.
Y nunca nos olvidemos de lo conveniente que resulta el espejo. Esta es, además, una técnica para lograr relajación y confianza antes de enfrentarnos al auditorio.
Otra de las cosas que debe aprender a hacer, aprovechando los ensayos, es a proyectar la voz. Comience alejando un poco el micrófono de su boca, y diferencie proyectar la voz de gritar, teniendo en cuenta que:
- Se proyecta la voz haciendo subir el aire mediante el diafragma
- Se grita, en cambio, cuando los músculos del cuello son lo que hacen todo el trabajo
- Cuando proyecta la voz, puede hablar con facilidad y sin ninguna molestia física
- Cuando grita, en cambio, hasta duele la garganta
Cuando tenga todo listo, deje de ensayar. Ensayar de más es tan malo como no hacerlo, pues lo único que terminará logrando es que su presentación lo aburra, y termine aburriendo al público.
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