La carne de pollo es una de las más consumidas en casi todo el mundo. Desde tiempos remotos el hombre ha mantenido aves en cautividad para obtener beneficios de su carne y de sus huevos, actualmente el desarrollo industrial ha permitido la creación de importantes granjas avícolas, tras la carne de cochino (puerco, cerdo), es la de pollo la de mayor consumo.
El tipo de pollo más producido es el "broiler" o "pollo para asar", por su crecimiento rápido, proviene del cruce de razas de gallinas pesadas, de plumaje blanco, ancha conformación y gran desarrollo muscular. Se ceban machos y hembras juntos o por separado. Este tipo de pollo que se cría por su carne sigue mejorando a gran velocidad por la selección genética su producción es similar en todo el mundo, y las diferencias suelen estar principalmente en el peso vivo final que prefiere cada mercado local
Hasta el momento de su preparación en diferentes platos, el pollo debe mantenerse en el frigorífico, procurando que el tiempo transcurrido sin refrigerar sea lo más breve posible.
Cuando se trate de autoservicios y de escaparates o vitrinas de exposición, los pollos refrigerados y congelados deberán presentarse en material plástico y transparente. Los frescos, sin embargo, pueden mantenerse en escaparates y vitrinas frigoríficas sin envoltura alguna. Cuando no lo compra entero, el pollo puede aparecer en el mercado troceado y envasado en bandejas, cubiertas por un film. Usted pude recocer la frescura de estas piezas, al leer la etiqueta con la fecha o fijándose bien que en este tipo envolturas, mientras mayor es el tiempo transcurrido, las superficies de corte de las piezas del paquete exudan una pequeña cantidad de líquido, cuyo volumen es mayor cuanto más tiempo lleve la carne envasada y puesta a la venta, casi siempre aquellos cortes o piezas más delicados y de mejor presentación, como muslos o pechugas, se ponen arriba y más visible, mientras que los cortes pequeños se sitúan en los estratos inferiores de la bandeja de empaquetado.
En el hogar el pollo conviene refrigerarlo en la parte más fría, envuelta en papel de aluminio o en plástico culinario o film. Generalmente los pollos que se compran en los supermercados pueden conservarse en el frigorífico más de tres días sin que se alteren, aunque es preferible, si se puede, comprar diariamente pollo fresco recién preparado, para garantizar la calidad de su sabor y la textura de su carne.
Si se pretende conservar los pollos dentro del congelador durante cierto tiempo, téngalos a temperaturas de 20°C bajo cero, o inferiores, siempre envueltos en papel film impermeable al vapor del agua, para evitar que la carne se deshidrate y el frió la queme, de lo contrario perdería su aroma.
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