No muchas personas hablan con frecuencia frente a un micrófono. Además, cuando nos toca hacerlo estamos en un estado de nerviosismo difícil de controlar. Es por eso que se suelen cometer errores que pueden evitarse.
Por regla general, se debe tratar de hablar de forma más clara cuando se hace a través de un micrófono. Si lo hacen de forma más pausada notará una gran mejoría.
Si tiene un micrófono con pie, de medio paso hacia atrás. Esto le permitirá hablar con mayor volumen y variar en un espectro más amplio los tonos y las inflexiones. Si se encuentra muy cerca, la voz sonará de forma monótona y la audiencia se aburrirá pronto.
Mientras esté hablando, no se aleje del micrófono. Pero sí mire hacia otro lado cuando tosa o estornude o haga cualquier ruido que no sea su voz.
Cualquier pequeño movimiento que haga, como pasar las páginas de papel, se verán amplificados en el micrófono. Debe contener cualquier movimiento nervioso, porque la mayoría sonarán como truenos a través de los parlantes.
Si piensa utilizar un micrófono tipo clip, asegúrese de que no se mueve contra una superficie áspera como puede ser ropa algo de metal. Este ruido puede ser tan fuerte que moleste a la audiencia.
Si tiene un micrófono inalámbrico asegúrese de que esté encendido cuando haga la presentación pero apagado en todos los otros momentos. En especial si piensa ir al baño o piensa comer y tomar algo antes de hablar.
Consejo 1
Si vamos a utilizar un micrófono, tengamos cuidado de no gritar en él, y también en la forma en que lo tomamos, para evitar que acople. Tomémonos, si podemos, unos minutos antes de que llegue la gente para acostumbrarnos al micrófono que vamos a utilizar y no cometer errores tontos.
Recordemos que todo el auditorio tiene que escucharnos, no solo las primeras filas. No queremos, de ninguna forma, que la gente del fondo tenga que jugar a adivinar nuestras palabras gracias a nuestros gestos. No todos son expertos en lectura de labios.
Consejo 2
Como decíamos antes, el soporte principal de nuestro discurso en el momento en que se lo pone en funcionamiento es el sonido, no la letra escrita. Y el sonido necesita ser comprendido en el momento, ya que no se puede volver atrás y escucharlo de nuevo.
Entonces, debemos hablar lentamente, para que todo pueda ser procesado con tranquilidad por nuestros oyentes.
Además, de esta forma evitamos un error común en la lengua habitual: juntar las palabras, hacerlas chocar unas con otras, formando un solo sonido casi cacofónico. Recordemos siempre que estamos tratando de transmitir un mensaje y, si se nos entiende poco y nada cuando hablamos, no hay forma de que lo logremos.
Consejo 3
Retomando por ultima idea el tema del sonido y la palabra escrita, tener palabra escrita siempre ayuda a que el discurso pueda ser entendido y apreciado aun más.
Por lo tanto, los volantes y folletos son de gran ayuda, ya que prestan un apoyo visual importante, agregando imagen y sirviendo como un resumen de todo lo que se ha dicho en el discurso. Es una forma fácil y cómoda de asegurarse que cada individuo en la audiencia tiene una forma de volver a revisar la información luego de que ha abandonado el sitio donde el discurso ha tomado lugar.
Los volantes los podemos repartir tanto al comienzo como durante o al final de la exposición.
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