También es muy importante ponerse del lado de la audiencia, y una vez que tenga todo el material leérselo a sí mismo y ver si realmente lo convence, si el material lo motiva, si hay debate, si deja lugar a preguntas, etc.
Siempre es conveniente ponerse un rato en lugar del público y ver qué sentiría usted al escucharse hablar. De esta forma sus presentaciones serán más eficaces.
Muchas veces es bueno también asistir a otras presentaciones para ver a otros oradores y “copiar” las cosas buenas. Ver cómo se mueven ante el público, ver la respuesta del mismo, la manera de hablar, etc. Es un buen ejercicio que le permite ir perfeccionándose día a día.
Al hacerlo, reflexione sobre cómo se sintió ante la presentación, y utilice esa reflexión para determinar cómo quiere usted que su audiencia se sienta, y haga los cambios necesarios:
• ¿Se sintió coaccionado? ¿sintió que estaban tratando de convencerlo demasiado explícitamente?
• ¿Se sintió orientado o manipulado?
• ¿Sintió que lograron motivarlo? ¿o salió exactamente igual que como entró?
• El orador, ¿logró entablar una buena comunicación con usted? ¿le dio lugar a que se exprese o pregunte (si hubiera querido hacerlo)? ¿las respuestas fueron pertinentes y completas, o eran respuestas de compromiso?
• La información, ¿fue escasa, excesiva, o la justa?
• ¿Se quedó con ganas de saber más, o de que la presentación durará más tiempo? ¿o a los cinco minutos de llegar comenzó a preguntarse “quién me mandó a venir acá”?
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