Cualquier persona que haya tenido que enfrentarse a una audiencia sabe que esta puede ser una experiencia aterrorizante. Es más, es uno de los miedos más comunes que presentan los seres humanos. Esto se debe, probablemente, a que suponemos que la posibilidad de fallar esta siempre muy latente, que en realidad muchísimas cosas pueden salir mal, que si no logramos meternos a las personas que nos tienen que escuchar en el bolsillo rápidamente, no tendremos luego ninguna oportunidad de hacerlo y el mensaje que estamos tratando de trasmitir estará totalmente perdido.
Y aquellos que llevan algún tiempo en esto, que han hecho ya algunas presentaciones o, inclusive, que han sido la otra parte de la presentación (o sea, el publico) saben que una de las mayores y más útiles herramientas con la que contamos en el momento de enfrentarnos a una audiencia es una correcta utilización del humor.
Y con humor no nos referimos a contar viejos chistes de casados, suegras o chistes de humor negro. Las bromas que hemos contado innumerables ocasiones y que pueden parecer excelentes en otro contexto no suelen ser las más apropiadas para este tipo de ocasiones. Esto se debe, en parte, a que siempre existe la posibilidad de ofender a alguien (lo cual no esta mal per se, ya que la realidad es que el humor, en casi todas sus formas, y por las características propias inherentes a los esquemas del chiste, es ofensivo para alguien o para algo; o al menos puede ser interpretado de forma ofensiva, con un mínimo de esfuerzo. Si alguien quiere ofenderse, lo va a hacer, va a encontrar la forma de hacerlo. Cuando se hace humor, hay un ataque a ciertas estructuras establecidas y a cierta lógica del discurso, que cambia lo que estamos diciendo por algo mucho más desafiante. Al menos así ocurre en la mayor parte del humor), lo cual puede no ser una buena idea en este contexto; o, aun peor, que la audiencia no se encuentre interesada, de ninguna forma, en escuchar una vieja rutina de vaudeville, sino que están buscando otra cosa, y un tipo parado frente a ellos contando chistes sobre su suegra no sea algo que, de ninguna manera, se relacione con lo que esperan encontrar. Esta discrepancia de situaciones, seguramente, los hará huir tan rápido como puedan.
Pero, si esto es así, ¿cuál es la razón de ser de este capítulo que ustedes están leyendo en este momento? Si no se puede hacer humor sin tener miedo de ahuyentar a nuestra audiencia, ¿cuál es el punto de intentarlo? ¿Para que deberíamos correr el riesgo? ¿Cuál es nuestra ganancia en el caso de animarnos a hacerlo?
A favor del humor
Bien, esto es muy simple: si bien no queremos ahuyentar a la gente que nos ha venido a ver, tampoco queremos que se duerma mientras estamos hablando. Y el humor nos puede ayudar a evitarlo. No solo eso, sino que nuestra primer misión a la hora de dar una presentación es lograr que las personas en el publico estén totalmente atentas a lo que decimos y, especialmente, a lo que vamos a decir en pocos segundos más. Y una persona capaz de hacer reír es una persona que tiene un magnetismo muy especial, ¿o no? ¿No estamos siempre atentos a lo que va a decir ese compañero de oficina que siempre hace comentarios que hacen que nos desternillemos de risa?
Esto se debe, principalmente, a que el humor opera en base a la sorpresa (cuando el remate de un chiste es esperable, no nos causa gracia) y necesita de una cierta cantidad de atención, ya que si no sabemos que se viene diciendo es muy probable que tampoco comprendamos el chiste. Entonces estamos siempre atentos a lo que la persona dice y hace, para ser capaces de seguir sus razonamientos y la sorpresa que causan.
Mecanismos del humor
Como dijimos, no podemos usar en estas presentaciones chistes ya armados (o bien podemos, pero cuando ya tengamos cierta tranquilidad respecto a lo que estamos haciendo). Entonces, ¿qué nos queda por hacer? ¿Estamos en una contradicción?
No, de ninguna forma. Porque un persona que domina los caminos del humor no necesita apoyarse en una clásica broma con presentación, nudo y remate para hace reír a una audiencia, sino que puede hacerlo de mil maneras distintas. Una mirada, un gesto, una historia bien contada. Cientos de cosas que no son graciosas en si mismas pueden convertirse en un festival de carcajadas si se utilizan los recursos adecuados de la forma apropiada. Todo puede hacer reír y puede darnos esa ventaja que necesitamos. Es introducir el humor de forma solapada, lograr que se ria nuestra audiencia pero sin tirarles encima una montaña de formulas ya probadas y absolutamente repetidas.
Justamente, lo que veremos en este capítulo son una serie de consejos muy simples que pueden hacer que logremos este efecto.
Dificultad o facilidad
Un último comentario es interesante hacer antes de meternos de lleno en los consejos que vamos a dar: para algunas personas es mucho más sencillo ser graciosas. Es algo natural, y que no todos tienen. Y no se limita a aquellas personas que a simple vista parecen tener el don, sino que la persona con la apariencia más aburrida de la historia puede llegar a ser muy graciosa cuando decide esforzarse o se decide definitivamente a dejar de lado ciertos prejuicios y se anima a intentar hacer cosas que no hace normalmente. Puede ser algo innato o aprendido con un poco de esfuerzo.
No solo eso, sino que las técnicas que daremos son en general técnicas my simples, casi naturales para cualquier persona que este tratando de hacer reír a su semejante. Pueden ser cosas que ya conozcamos o que intuyamos, por el simple contacto con los otros seres humanos y, principalmente, por un simple análisis introspectivo de aquellas cosas que nos producen risa a nosotros mismos, y de cuales son las características que se presentan como comunes entre aquellas personas que, inmediatamente y sin dudar, denominamos como personas graciosas u especialmente agradable.
Podemos apoyarnos en nuestra propia experiencia en situaciones sociales para hacer que estos consejos tengan su máximos efecto. Siempre es útil ser capaces de aportar algo a las ideas que se nos dan. Principalmente porque hace que interioricemos mucho más las técnicas y, además, que sea mucho más natural la forma en que las ponemos en practica.
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