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El inconsciente y el giro de Jacques Lacan
Entre las fuentes más importantes de las que se nutrió Freud, destacan los descubrimientos del neurólogo francés Jean-Martin Charcot en torno a la hipnosis y a la histeria que realizó trabajando en el Hospital Salpêtrière para enfermos mentales de París. Freud asistió a París, a los cursos de Charcot cuando tenía 29 años y se apasionó con sus ideas. Fue él quien hizo la traducción al alemán de los estudios de Charcot sobre la histeria.
Varios años después, cuando Freud era conocido ya ampliamente en Europa y América, fue un médico psiquiatra francés, Jacques Lacan, quien se hizo cargo de dar un nuevo giro al psicoanálisis, apasionándose con las ideas de Freud.
Uno de los conceptos fundamentales del psicoanálisis es el inconsciente. Para Freud, en algún momento del desarrollo de su invento, la “vía regia de acceso al inconsciente” eran los sueños. Su primera obra importante ya totalmente en el campo del psicoanálisis, fue precisamente “la interpretación de los sueños”, la cual publicó en 1900 (con toda la intención de producir un impacto mediático, como diríamos en la actualidad). Los sueños, descubrió Freud, son mensajes cifrados de manera simbólica en los que el sujeto refleja sus deseos y temores más íntimos, pero que considera, por algún motivo, inconfesables, según la represión o libertad moral y cultural de la época en que habita el que sueña.
Sin embargo, en otra importante obra titulada “Psicología de la vida cotidiana”, publicada casi junto con la anterior, entre 1900 y 1901, Freud agregaba otras formas más en las que se cifran simbólicamente esos temores y deseos; en efecto, Freud constató que también el sujeto despierto, al actuar y hablar día a día, comete actos de los que no sabe cómo dar cuenta: los olvidos, los errores del lenguaje (lapsus), los actos fallidos (torpezas, pérdida de objetos, accidentes, etcétera.)
Hacía ya varios años que Freud había abandonado la hipnosis como técnica constitutiva del método psicoanalítico porque se percató, al trabajar con sus pacientes, que los avances curativos eran mejores y definitivos al encargarse el propio sujeto de su trabajo de análisis (descifrando esos mensajes por sí mismo), con el apoyo de la escucha entrenada del analista.
Lo cierto es que Freud ya tenía claro desde hacía tiempo, la relación del inconsciente con el lenguaje, la cual será retomada y exaltada más adelante por Jacques Lacan.
Así lo constata un trabajo de Freud, escrito ya en 1890, titulado: “Psicoterapia (tratamiento por el espíritu)” en el que comienza diciendo:
PSlQUE es una palabra griega que en nuestra lengua significa alma. Por tanto, el «tratamiento psíquico» [«psicoterapia»] ha de llamarse tratamiento del alma. Podríase suponer que se entiende como tal el tratamiento de las manifestaciones morbosas de la vida anímica, mas no es ése el significado del término. «Tratamiento psíquico» denota más bien el tratamiento desde el alma, un tratamiento -de los trastornos anímicos tanto como corporales- con medios que actúan directa e inmediatamente sobre lo anímico del ser humano.
Un medio semejante es, ante todo, la palabra, y las palabras son, en efecto, los instrumentos esenciales del tratamiento anímico. El profano seguramente hallará difícil comprender que los trastornos patológicos del cuerpo y del alma puedan ser eliminados por medio de las «meras» palabras del médico. Supondrá, sin duda, que se espera de él una fe ciega en el poder de la magia, y no estará del todo errado, pues las palabras que usamos cotidianamente no son otra cosa sino magia atenuada. Mas será necesario que nos explayemos un tanto para explicar cómo la ciencia ha logrado restituir a la palabra humana una parte, por lo menos, de su antigua fuerza mágica.” Freud, Sigmund. Obras Completas. Trad. del alemán de Luis López-Ballesteros y de Torres, Biblioteca Nueva, Tomo I, p.1014. [Los subrayados son nuestros]
Así, en efecto, las palabras tienen efectos, dicen más de lo que el sujeto quiere reconocer que sabe sobre sí mismo y sobre lo demás. E incluso, algunas palabras “no dichas” o calladas, poseen un efecto que se materializa en el cuerpo produciendo un síntoma o efecto en el mismo.
Para Jacques Lacan, quien propuso volver a leer a Freud con detenimiento, el inconsciente es “algo” que al parecer se impone desde fuera al ser hablante, haciéndole decir lo que no quiere decir, hablando de un saber íntimo que no se quiere reconocer.
El psicoanálisis, desde luego, no se agota en estas simples explicaciones. Se trata de un trabajo complejo, que se lleva su tiempo, y que cada uno debe realizar en sí mismo, para lo cual, el apoyo de un analista entrenado en la escucha es de gran ayuda, si no es que imprescindible.
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