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Autores relevantes en la Psicología Transpersonal
 
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Entre los precursores de esta disciplina podemos considerar a:

William James, quién se interesó por el estudio de la voluntad libre, de lo cual extrajo dos conclusiones: una, que nuestras propias decisiones son creativas y la otra, que en ocasiones es necesario renunciar a nuestra voluntad. Reconoció la existencia de un self espiritual, más interno, subjetivo y dinámico que self material o social. Tuvo su propias experiencias místicas y con relación a ese self superior escribió : “Resulta evidente que el self superior es aquella parte de nuestro ser que es contigua o adyacente a un algo más de cualidad similar que puede actuar en el universo exterior, que es capaz de mantenerse en contacto con él y en cierto modo sujetarse a la tabla de salvación mientras el self inferior se hace pedazos y se hunde en el naufragio”.


Le interesaban los aspectos prácticos de la experiencia religiosa y la forma en que actuaba en la vida diaria. (James, W. (1901) Las Variedades de la experiencia religiosa Ed. Orbis. Barcelona)


Además, William James, el padre de los psicólogos norteamericanos, insistió una y otra vez en que «nuestra conciencia normal de vigilia no es más que un tipo especial de conciencia, en tanto que en derredor de ella, y separadas por la más tenue de las pantallas, se extienden formas de conciencia totalmente diferentes». Es como si nuestra percepción habitual de la realidad no fuera más que una isla insignificante, rodeada por un vasto océano de conciencia, insospechado y sin cartografiar, cuyas olas se estrellan continuamente contra los arrecifes que ha erigido a modo de barreras nuestra percepción cotidiana... hasta que, espontáneamente, las rompen e inundan esa isla con el conocimiento de un nuevo mundo de conciencia, tan vasto como inexplorado, pero intensamente real....”

Carl Gustav Jung , sus aportaciones a éste campo son muchas, por sus estudios sobre los mitos, los sueños, los diversos sistemas simbólicos (Alquimia, Tarot, Astrología, I Ching), la idea de inconsciente colectivo, que él identifica con lo transpersonal, si bien no en el sentido que se le da actualmente a éste término, pues ahora, se entiende lo espiritual o transpersonal como algo que se sale del marco de lo psicológico y del inconsciente colectivo. Su idea de los Arquetipos es tal vez la contribución más relevante y sólida de Jung en éste campo, por ser uno de los principales conceptos de lo Transpersonal. Por arquetipo (1912) entiende “imágenes que reflejan modalidades universales de experiencia y de comportamiento humano”, también las llamó imágenes primordiales, y sus características además de universales, siguen unas pautas profundas y autónomas. Estos arquetipos emergen del inconsciente colectivo, donde se han ido acumulando como consecuencia de las experiencias vitales de todos nuestros antepasados a lo largo de nuestra herencia filogenética, quedando impresas en nuestro psiquismo y se manifiestan como pautas de conducta inherentes a todo ser humano, que pueden describirse simbólicamente como acciones de personajes mitológicos y situaciones que evocan sentimientos, imágenes y temas universales.

Roberto Assagioli, fue el primero en utilizar el término Transpersonal (1965) en el sentido actualmente aceptado. Fue el creador de la Psicosíntesis, siguiendo la línea marcada por Jung, pero ampliando sus conceptos, ya que diferenció el Inconsciente Superior (o Self Transpersonal) del Inconsciente Colectivo. De esta forma marcaba la diferencia entre los contenidos arcaicos y primitivos del Inconsciente Colectivo -cuyos arquetipos son prepersonales-, de los contenidos del Supraconsciente -cuyos arquetipos son transpersonales-.

Abraham Maslow
Fundó el Journal of Transpersonal Psychology en 1968, lanzando así la denominada Cuarta fuerza de la Psicología. A continuación, abordaré sus principales pensamientos.
El estado de conciencia cósmica ha sido experimentado a lo largo de los siglos por gran número de personas y ha recibido nombres muy diversos (satori, moksha, atma-bodhi, iluminación, revelación, rapto, renacimiento, experiencia cumbre y conciencia trascendente). Aunque los términos enumerados no sean precisamente sinónimos, todos ellos coinciden en que [la conciencia cósmica] es (1) el estado más elevado de conciencia, (2) una percepción transformadora de unión total con el infinito y (3) una experiencia que trasciende el tiempo y el espacio cotidianos, una experiencia atemporal que conlleva la unión eterna o ilimitada con toda la creación.
“La idea de que existe un único estado llamado indistintamente «conciencia unitiva del místico», «conciencia cósmica» o «trascendencia» me parece un serio error y una confusión clásica, que se adecua perfectamente a la visión uno-dos- tres-infinito de la espiritualidad.” A pesar de que concuerdo con esto, debo decir que la conciencia cósmica, la Totalidad, etc. serían visiones de lo que se ha denominado “Dios” por todas las culturas de la humanidad. Por eso, se ve a este estado como “infinito” o final, ya que después de Dios no vendría nada.
La experiencia cumbre podría definirse como una experiencia mística o religiosa, una iluminación, una revelación, éxtasis, dicha y una intensa lucidez, una unificación con el cosmos. Estas experiencias producen intensos cambios en la forma de ver y de vivir la vida, ya que nos brindan conocimientos directos del alma, un “conocimiento del ser” que puede ser facilitado, contribuyendo al desarrollo psicoespiritual.
Estas experiencias de ampliación de la conciencia se caracterizan por la desaparición del ego, del tiempo y del espacio. Son vislumbres del alma que contribuyen al desarrollo psicoespiritual: prepersonal, personal y transpersonal. Por supuesto que estas experiencias son sumamente transformadoras y deben ser acompañadas por la presencia de un terapeuta, el cual facilita la experiencia que de no ser así lo más probable es que termine reprimida. Con el tiempo y práctica necesaria, es posible que la podamos evocar (experiencias meseta)y de esta manera provoquemos un cambio radical en nuestras vidas. Cabe aclarar que este estado no es un estado alterado de conciencia, este es el verdadero estado, ya que produce familiaridad, obviedad y cotidianeidad. Estas experiencias aparte de favorecer el autodesarrollo y la autoconciencia, son una clara oportunidad de cambio, ya que al aceptarse y expresarse el núcleo interno del self se actualiza las capacidades y potencialidades latentes. Este es el Ser auténtico.
Por supuesto que primero para trascender debemos autorrealizarnos, para concluir el proceso con una unión mística con la totalidad, un encuentro con la conciencia cósmica.
La autorrealización es un proceso de actualización de las potencialidades y no un estado final, es la autenticidad, la búsqueda y la expresión de los aproximadamente 14 valores b. De su privación resultarían las denominadas metapatologías. Por eso el consejero debe hacer que el cliente tome conciencia de esas necesidades en sí mismo. El camino hacia la autorrealización se puede describir mediante los siguientes pasos: vivenciar sin timidez, elegir opción del crecimiento y no del temor, escuchar voces del impulso, ser sinceros y responsabilizarnos, descubrir quien es uno, los límites y potencialidades de uno.
Pero la jerarquía de necesidades básicas (necesidades de deficiencia) predomina sobre las metanecesidades (motivaciones de crecimiento), ya que las ultimas son menos urgentes, aunque ambas estén integradas en una misma esfera. Una esfera en la cual la vida inferior predomina sobre la superior. Por lo tanto, “la espiritualidad constituye la consecuencia sumamente probable de un materialismo satisfecho”. Por eso, no debemos luchar contra el materialismo, ya que, como manifestó M. Harris con su Materialismo cultural, existen condiciones materiales de existencia que motorizan el cambio, y organizan la sociedad y los valores.
Por otra parte, la satisfacción de las metanecesidades constituiría un metaplacer en el cual la línea entre placer y deber no existiría (metahedonismo), sería un supremo bien de los demás. Por lo tanto, los valores-b tendrían su consecuencia en hechos-b o hechos de valor, los cuales favorecerían el desarrollo de la máxima personalidad. El hecho y el valor se fusionan produciendo la visión perfecta de la realidad, o sea, la devoción a los hechos. Esto se debe a que se ha introyectado el cosmos como parte definitoria del yo, lo cual podría explicar el origen de las experiencias cumbre o los estados de meditación profunda e iluminación como el Samadhi. A medida que se integra el yo a los valores se producen estados de iluminación, serenidad, deber, responsabilidad y devoción, y poco a poco se va perdiendo el estado de exigencia e indignidad que nos producen los valores. Estas emociones fuertes se deben a que los valores son diferentes de nuestras actitudes hacia ellos. Además, los valores b piden ser expresados en conductas, como un deber apremiante y placentero, debido a que de alguna manera nos impulsan hacia el vivir bien, hacia la vida unitiva o metavida. Y la falta de cumplimiento de esto podría producir una culpa intrínseca en nuestra conciencia intrínseca que se encuentra mas allá del superyó, debido a que estos valores intrínsecos exigen adoración, celebración y sacrificio.
También, Maslow afirma algo que hace unos años he leído y se ha comprobado científicamente. Maslow dice que los valores intrínsecos (valores B) tienen una base biológica, lo cual me parece totalmente cierto ya que parece ser que se ha descubierto una zona del cerebro que nos impulsa a creer en lo sobrenatural y en aspectos metafísicos como la creencia en Dios. Por supuesto que esto no significa que Dios no exista, sino que nuestro cuerpo nos impulsa hacia su creencia. Podría especular que este factor biológico ha jugado un papel decisivo en la historia de la evolución humana.

Stanislav Grof, uno de los autores más importantes en el terreno de la Psicoterapia Transpersonal. Empezó como Psiquiatra y Psicoanalista en 1956, investigando sobre alucinógenos con LSD, para buscar una forma de acercamiento y comprensión de los mecanismos de la esquizofrenia. El resultado fue totalmente inesperado, ya que nada tuvieron que ver con la esquizofrenia -que implica aislamiento con respecto al mundo- sino que logró todo lo contrario -mayor apertura al mundo y mayor relación con los problemas internos-.
Esto le llevó en el campo de las experiencias transpersonales, a uno de sus descubrimientos más importantes que fue el de las Matrices Perinatales, en las que describe la transcendencia del marco de la realidad, del espacio y del tiempo, que nos brinda una visión inestimable de los distintos estadios del proceso de nacimiento y las huellas que imprime en el psiquismo de los seres humanos, así como de la psicopatología, destacando del potencial terapéutico de la dimensión religiosa y espiritual. (S. Grof. 1985. Psicología Transpersonal. Ed. Kairos. Barcelona).
Posteriormente desarrolló la técnica de la Respiración Holotrópica, que permite alcanzar esas mismas experiencias prescindiendo de los inconvenientes del uso de los psicotrópicos.
"Las experiencias transpersonales implican una expansión o una ampliación de la conciencia mas allá de las fronteras habituales del ego, y más allá de las limitaciones del tiempo y/o del espacio." (S. Grof)
La conciencia transpersonal según S. Grof es infinita y trasciende los límites del tiempo y el espacio, límites universales que en realidad son límites de nuestra mente. La conciencia sería transpersonal porque sería independiente de nosotros, siendo una propiedad del universo trascendería el cerebro y nuestros sentidos físicos, pero si mediatizado por estos en la experiencia cotidiana. Por lo tanto, la conciencia de uno esta conectada a la de los demás.
Stanislav Grof dijo: "Si queremos comprender el reino de lo transpersonal debemos concebir la conciencia de una manera completamente nueva. Sólo entonces podremos atisbar más allá de la creencia de que la conciencia es un producto del cerebro humano, que se halla confinada en el interior de la estructura ósea de nuestro cráneo y que, en consecuencia, es el fruto de nuestra vida individual. En la medida en que aceptemos la noción de lo transpersonal podremos empezar a considerar que la conciencia también existe fuera, que es independiente de nosotros y que no se halla intrínsecamente ligada a la materia. Contrariamente a lo que parece mostrarnos la experiencia cotidiana, la conciencia es independiente de nuestros sentidos físicos, aunque se halle, no obstante, mediatizada por ellos en nuestra percepción cotidiana de la vida."
"Por más que lo intentemos somos incapaces de liberarnos de los prejuicios impuestos por la cultura y por lo que suponemos que es el sentido común. No obstante, para sostener estas ilusiones debemos seguir ignorando el amplio cuerpo de observaciones y datos que nos proporciona la moderna investigación sobre la conciencia y otras disciplinas científicas que parecen confirmar la evidencia de que el universo y el psiquismo humano carecen de límites. Cada uno de nosotros está conectado y, al mismo tiempo, es una expresión de la totalidad de la existencia."
"No hace más de veinte años que la conciencia transpersonal se ha convertido en objeto de la investigación científica rigurosa. Antes de esa fecha las experiencias transpersonales sólo tenían sentido dentro del marco de lo espiritual, lo místico, lo religioso, lo mágico y lo paranormal, un dominio, por tanto, privativo de los sacerdotes y los místicos y carente de todo interés para los científicos". En la actualidad, la física moderna ha ayudado a comprender mejor a las filosofías milenarias y dándole un mayor prestigio a la psicología transpersonal. Por eso, se puede decir “paradigma transpersonal”, porque la comunidad científica poco a poco comienza a identificarse con lo transpersonal.
Lo transpersonal implica una ampliación de la conciencia que trasciende las fronteras corporales y mentales, englobando todo el espectro de la existencia. Esto se debe a que es una ilusión mental la diferencia entre nosotros y el universo. Y como he dicho anteriormente, la física moderna (ej. Einstein) parece estar de acuerdo en este sentido con las culturas orientales. Por lo tanto, la expansión de la conciencia desdibujaría la ilusión de la separatividad entre los humanos y el medio, y nos conectaría con la unidad o la totalidad. En este sentido, podríamos afirma que la psicología transpersonal es una disciplina que se adecua perfectamente a los modernos descubrimientos científicos.
Por lo tanto, como dijo Rupert Sheldrake, el cerebro no sería el productor de conciencia como siempre se dijo, sino un receptor de conciencia.

Ken Wilber, en 1977 en un afán de reconciliar lo psicológico con lo espiritual surge este psicólogo, autor de una serie de libros sobre misticismo, psicología, desarrollo histórico del mundo, religión y física, plantea de forma muy esclarecedora sus mapas de los distintos niveles de la conciencia y su evolución, desde una perspectiva transpersonal, así como las psicoterapias que resultan más convenientes para aplicar en cada nivel. En su libro El proyecto Atman (1980) plantea el marco conceptual y teórico de la Psicología Transpersonal. Dad la importancia del autor, repasaremos sus principales ideas.
La filosofía perenne de Wilber se ha encargado de estudiar las diferencias entre los distintos niveles que posee la conciencia humana. Observando los diferentes límites entre estas y las diferentes causas de estos límites o demarcaciones de la identidad que nos separan del verdadero ser, la conciencia pura y unitiva (la conciencia de unidad).
Según Wilber, la conciencia es un espectro en el cual existen diferentes niveles de identidad a los que uno puede acceder. El nivel básico es el Universo o Todo (conciencia de unidad), en el cual el yo es igual a la totalidad de la creación. El siguiente nivel es el transpersonal, el cual son procesos que se dan en la persona pero de origen supraindividual o colectivo, ya que se encuentra entre el nivel de la unidad de conciencia y el nivel del organismo total. El nivel de organismo total es la unión de la mente con el cuerpo, rompiendo de esta manera con el paradigma cartesiano, pero sigue siendo imperfecto, ya que el organismo total ve al medio como su enemigo. El nivel de la mente o ego, es el nivel en el cual la mente no reconoce al organismo como parte de su identidad. Pero todavía existe un último nivel, ya que también dentro de la misma mente se pueden trazar líneas demarcatorias entre lo que es uno y lo que no es uno, reprimiendo aspectos de la personalidad que no son entendidos o aceptados (sombra) que lo único que logran es achicar la identidad o el yo aun más. Convirtiendo de esta manera al ego en una simple mascara, una imagen falsa de si mismo.
Según Wilber, la conciencia de unidad es la comprensión de la realidad sin demarcaciones, sin fronteras. Es el estado natural de la conciencia. Es una realidad diferente de las formas y de las ideas, ya que estos suponen límites. Como no hay demarcaciones, no hay muerte y nacimiento, no hay bien ni mal, no hay objeto y sujeto, porque se desvanece la identidad, o sea, la ilusoria separación entre lo que somos y no somos (demarcación primaria). No existe el yo separado, es una ilusión, si existe una identidad suprema, el Todo. Nuestro verdadero ser es idéntico a la Energía fundamental de la cual son manifestaciones todas las cosas del Universo. El descubrimiento del mundo real, de lo que carece de fronteras, es la conciencia de unidad, el eterno presente. Y esta experiencia se produciría ante el desplazamiento de la ilusoria demarcación primaria, la diferencia entre hombre y medio. Estos estados de iluminación se pueden producir mediante la búsqueda de esta demarcación y no destruyéndola, porque esta simplemente no existe.
Si observamos cuidadosamente la sensación del «yo interior» y del «mundo exterior», descubriremos que estas dos sensaciones son realmente uno y el mismo sentimiento. Nuestro problema consiste en que tenemos tres expresiones -«quien ve», «el acto de ver» y «lo visto»- para una única actividad, la experiencia de ver, tres factores donde en realidad no hay más que uno.
La conciencia de unidad es el eterno presente porque es intemporal. El tiempo es una ilusión producida por una demarcación simbólica que nos impide llegar a Dios, al Todo, a la conciencia de unidad. No existe ni el pasado ni el futuro, existe un eterno presente. Y esto es precisamente otra demarcación de la identidad: la distinción entre pasado y futuro, ya que limitan a la identidad haciéndola vivir en un presente pasajero.
Y las fronteras desaparecen cuando nos percibimos de que los recuerdos y nuestras expectativas futuras son actividades presentes. Por eso no hay que destruir el tiempo, sino buscarlo, y cuando no lo hallemos nos daremos cuenta que es una ilusión.

Por eso es que Wilber dice que el presente es un momento sin límites espaciales o temporales y por eso los místicos abrazan al tiempo en su totalidad. Entonces, la conciencia de la unidad es el ahora eterno. Uno no tiene experiencias presentes, uno es las experiencias presentes. No hay delante de uno ni detrás. Y uno no tiene donde quedarse, a no ser en el presente intemporal, en la eternidad.

 
 
 
 
 


   
 
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