Finalmente, es cierto que hay que admitir que muchas veces es difícil forzar una risa en una situación tensa. O, por lo menos, esa es la sensación general. Pero muchas veces, cuando estamos nerviosos, lo que parece escapársenos continuamente son risas. Risas que tratamos de evitar, ya que, seguramente, no es el momento más adecuado para dar rienda suelta a nuestro sentido del humor. Hasta en los funerales es posible que se nos ocurran chistes o comentarios humorísticos, que no decimos por respeto.
Curiosamente (o no tanto, en realidad, si lo pensamos. Hay un motivo para que esas risitas nerviosas se nos escapen) es en estas situaciones tensas cuando más necesitamos de la risa.
¿Cómo hacemos, entonces, para reírnos en aquellas situaciones tensas en que nada parece ser capaz de sacarnos siquiera una sonrisa?
El truco más sencillo y al que podemos recurrir con mayor facilidad es exagerar las cosas hasta el extremo, llevarlas a una proporción totalmente ridícula, imposible, fuera de toda lógica. En algún momento, cuando las cosas lleguen a niveles de absurdo total, empezaremos a, al menos, sonreír. Esto nos calmara. Es más, es probable que luego no podamos detenernos, especialmente si nos fijamos en cuan absurdo era, en definitiva, lo preocupados que estabamos antes.
Otro buen truco es fijarnos en los detalles absurdos que suelen encontrarse en casi cualquier situación. Una frase dicha por alguien, una parte de lo sucedido, cualquier cosa. Esto, cuando es puesto frente al plano de fondo que es la seriedad de lo que esta pasando, se vera resaltado y seguramente no podremos evitar estallar en carcajadas. Esto es especialmente efectivo si estamos con amigos, o con alguien que pueda seguir nuestra línea de pensamiento y agregar más detalles absurdos a lo que ya tenemos.
Con esta nueva perspectiva de lo que nos esta pasando, seguramente seremos capaces de calmarnos.
Todo esto apunta a una sola verdad: el humor es la mejor forma de controlar nuestro estrés.
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