Es
indudable que el ser humano es la más
grande, la más poderosa, las más
extraordinaria, la más maravillosa obra
de toda la creación; mirándolo
con un enfoque más detallado: el cerebro
humano es un elemento tan increíblemente
perfecto, complejo y poderosísimo, que
no existe en ningún otro lugar de la
creación una obra con la que se le pueda
comparar, ni mucho menos asemejar.
Ni en medio de lo
más profundo de los mares, ni en ningún
lugar de la naturaleza, en ningún lugar
entre las galaxias, entre los cuerpos cósmicos
estelares, planetas o nebulosas de todo el universo
conocido, ni en lo más recóndito
de la tierra se ha descubierto (hasta ahora)
una maquinaria más completa, más
eficiente, más potente, más bien
programada, con mayores posibilidades, con tantas
capacidades y con tan enorme potencial en cada
una de sus muchísimas opciones; con una
capacidad de trabajo tan enorme, en proporción
con su reducido tamaño; no existe nada,
ni humano, ni mineral, ni animal, ni sólido,
ni líquido, encima de la tierra ni debajo
de ella, que sea más capaz, más
rápido, que posea más talento,
más aptitudes ni más grandes condiciones
e idoneidad
. QUE UN CEREBRO HUMANO!
Nuestro cerebro
es la obra cumbre, la obra maestra de la mano,
la voluntad, la generosidad, el amor y la magnificencia
de Dios, cualquiera que sea tu imagen de El.
El hecho de que
seamos nosotros, los seres humanos, los depositarios,
los usuarios, los dueños, los operarios
y los beneficiarios de este don maravilloso
y extraordinario, nos convierte en unos seres
privilegiados; en predilectos, aventajados,
preferidos y escogidos seres dotados con la
herramienta más poderosa del universo
hasta hoy conocido: EL CEREBRO HUMANO!
El hecho de que
hasta hoy sólo hayamos utilizado una
pequeña parte de él, un pequeñísimo
porcentaje de su increíble capacidad,
no es obstáculo para que a partir de
este momento podamos iniciar un proceso de conocimiento,
desarrollo y crecimiento, que nos debe llevar
a un mejor aprovechamiento de este elemento
excepcional, a hacer un uso más inteligente,
de más rendimiento y de mejor calidad,
de nuestras capacidades extraordinarias.
Por si acaso no
tienes aún muy clara la inmensidad de
las capacidades y aptitudes de tu cerebro, permítenos
anotar y recordarte que nos referimos al mismo
elemento y la misma herramienta que fue usada
para escribir las 36 obras magistrales de William
Shakespeare, incluyendo Romeo y Julieta, el
Rey Lear, Sueño de una noche de verano,
Hamlet, El Mercader de Venecia, etc, etc.
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