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Literatura Surrealista

Concepto de “Vanguardia” y de “Ismo”
 
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Vanguardias ( en literatura), movimientos literarios renovados que se desarrollaron en la primera mitad del siglo XX en Europa y América.
Las distintas versiones de los historiadores, críticos y teóricos del arte y la literatura sobre la noción de vanguardia en el ámbito artístico pueden englobarse en dos modelos generales.
El primero entiende a la vanguardia como una serie de fenómenos de ruptura con la tradición, el pasado y la función del arte en la sociedad burguesa.
El segundo, coloca el acento en la temporalidad, tomando a las expresiones de vanguardia como avanzadas sobre la sensibilidad de la época.
Como exponentes teóricos del primer modelo se pueden citar a Peter Bürger, Raymond Williams, Octavio Paz y Eduardo Subirats, con sus respectivas diferencias; como representante del segundo se encuentra José Giménez Frontín.

La noción de vanguardia como avanzada es deudora de la vieja metáfora militar de “avanzada de un ejército”. A comienzos del siglo XIX, el teórico de la guerra Von Clausewitz definió a la vanguardia en su tratado Vom Kriege como una fuerza de choque, que se coloca en primera fila para vigilar y atacar por sorpresa y cuya tarea primordial consiste en la destrucción instantánea del enemigo. En el plano estético, la metáfora militar se utiliza para designar a un conjunto de obras que, en tanto anticipan una determinada sensibilidad no objetivamente esclarecida en su época, sólo llegarán a entenderse e imponerse en el futuro.
Esta noción resulta fácilmente aplicable a las obras pertenecientes al momento preliminar de la vanguardia, como los escritos de Baudelaire, de los poetas malditos y al Impresionismo.

Al mismo tiempo, la impronta de avance de la vanguardia artística, es su voluntad de cambio concretada en un salto brusco hacia el futuro, representa un punto en común con la vanguardia política. Karl Marx, en El 18 Brumario de Luis Bonaparte endilga el fracaso de la revolución proletaria de 1848, entre otras cosas, a la reticencia y falta de audacia de los revolucionarios franceses. “La revolución de 1848 –escribe Marx en 1852- tomó desprevenida, sorprendió a la vieja sociedad y el pueblo proclamó este afortunado golpe de mano inesperado como una hazaña de importancia universal con la que se abría la nueva época” no olvidemos que en Francia comenzó a usarse aplicada a la política entre los socialistas utópicos hasta que adquirió, con Karl Marx y Friedric Engels el sentido de minoría esclarecida encargada de conducir la revolución.

Una idea similar resonará cien años más adelante como parte de una teoría estética. Theodor W. Adorno establecía que la crítica radical es una de las condiciones de la obra de arte: "lo moderno no es caduco por avanzar demasiado, como suele afirmar la fraseología cliché, sino, al contrario, por no haber ido demasiado adelante, porque sus obras vacilan faltas de consecuencia. Sólo obras que alguna vez corrieron riesgo tienen la posibilidad de sobrevivir, en cuanto esa posibilidad aún existe, pero no aquellas otras que, angustiadas ante lo efímero, se pierden en el pasado. Los renacimientos llevados a cabo por una modernidad moderada, propios de la conciencia de restauración y de sus clientes, fracasan aún ante los ojos de un público que ni siquiera es vanguardista".
Por otro lado, la noción de vanguardia como ruptura, contempla a las intervenciones que implican un quiebre, una rebelión contra las formas artísticas dominantes, las instituciones, las tradiciones y el gusto hegemónico. Peter Bürger considera que los movimientos de vanguardia "no se limitan a rechazar un determinado procedimiento artístico, sino el arte de su época en su totalidad, y por lo tanto, verifican una ruptura con la tradición. Sus manifestaciones extremas se dirigen contra la institución arte, tal y como se ha formado en el seno de la sociedad burguesa".
Esta noción de vanguardia, enfatiza el efecto de shock que los dadaístas y surrealistas provocaban adrede en el público o el escándalo que suscitaron las primeras exposiciones cubistas. Pero lo fundamental es que la idea de vanguardia como ruptura se extiende al modo en que es concebido el arte oficial, con sus instituciones dadoras de prestigio, sus museos, sus críticos, sus artistas consagrados y su mercado. Ruptura con la función que la sociedad burguesa le asigna al arte.
Las nociones de vanguardia como ruptura y como avanzada conllevan diferentes implicancias teóricas a la hora de analizar los distintos movimientos de experimentación.
En primer lugar, el concepto de vanguardia como avanzada supone el carácter estable de los rasgos estilísticos y técnicas de las producciones artísticas, ya que a través de ellos se expresaría la nueva sensibilidad. En este concepto se engloban a los artistas que mantienen una misma estética a lo largo de toda su obra, con variaciones mínimas. Pero la estabilidad estética de las obras facilitaría que estas se vieran implacablemente sometidas a la absorción institucional.
En contraposición, la idea de vanguardia como ruptura permite explicar la variación estilística constante que realizan algunos artistas experimentales o la condición efímera que asumen ciertos movimientos en su dinámica por escapar de la opacidad.

Considerar a la vanguardia como avanzada significa tomarla como un concepto estático, en tanto se basa en la nueva sensibilidad que subyace en el contenido estético de las obras. En cambio, la vanguardia entendida como un concepto de choque y ruptura, al tiempo que queda librada a la ilimitada radicalización –puede avanzar y siempre avanzar a través del cambio en sus procedimientos estilísticos-, permite otorgarle un carácter modal, gestual, en tanto los movimientos vanguardistas verifican y constituyen su eficacia en el efecto que producen y no en la imposición de contenidos estéticos determinados.

Por otra parte, el concepto de vanguardia como avanzada implica una visión hegeliana de la historia; así, la creatividad estética presupone necesariamente un progreso lineal y definitivo. La dirección de los cambios asumiría un sentido unívoco, se expresaría en una única estética cifrada en el progreso lineal de la historia del arte. En este camino, Adorno restringía la efectividad política a únicamente un arte que fuera capaz de abandonar el realismo y que se constituyera como desestabilizador de la forma. Hacia fines de los sesenta, el teórico expresaba lo que parecía ser la devaluación definitiva del arte realista: "El hecho de que pinturas radicalmente abstractas puedan colgarse sin escándalos en sitios oficiales no justifica la reinstauración de la pintura realista, que es una pintura confortable a priori, aun cuando para propósito de reconciliación con el objeto se escoja a Che Guevara".

Por el contrario, al tomar la idea de vanguardia bajo el enfoque de sus efectos de ruptura, se visualiza a la historia como un escenario de dispersión, una multiplicidad de respuestas estéticas que dialogan entre sí. Esta idea posibilitaría una concepción más democrática que contempla la pluralidad de las manifestaciones estéticas.

Como podemos comprobar la política y las artes han compartido desde entonces, unidas o relativamente separadas, el uso de la
palabra vanguardia.

Primeras repercusiones y otros ismos

Tanto España como los países americanos se harán eco —y reelaborarán— las vanguardias surgidas sobre todo en Francia, en Alemania y en Italia.
El 20 de febrero de 1909 Filippo Marinetti difunde su Manifiesto Futurista.
En la década siguiente, y debido al impacto que produce el estallido de la Primera Guerra Mundial surgen el expresionismo en Alemania, el dadaísmo y el cubismo.
De la redacción de los principios estéticos de este último tanto en pintura como en literatura se encargan Pablo Picasso y Guillaume Apollinaire (1880-1918), autor de Alcoholes, de Caligramas y de Las tetas de Tiresias, obra en la cual se utiliza por primera vez (1918) el término surrealista con un sentido estético.
Un año después de lanzado el Manifiesto Futurista, Rubén Darío, máximo representante del modernismo literario, replica a Marinetti diciendo que la palabra “futurismo” ya había sido empleada por el poeta catalán Gabriel Alomar en 1904 y preguntándose si ciertos principios, como el culto de la velocidad, de la energía y de los deportes no estaban ya en Homero y Píndaro; si no habría que releer el manifiesto romántico de Victor Hugo, incluido como prólogo del Cromwell, sobre todo cuando reivindica lo “grotesco” y la mezcla de géneros. Si, como dice Marinetti la “guerra” es la única “higiene del mundo”, ¿Qué sucede con la peste? Punto de vista el de Darío sumamente lúcido, aún más si se piensa cómo el fascismo supo absorber de la proclama de Marinetti el culto del valor, de la energía y de la temeridad a toda costa.
Tanto Vicente Huidobro, Mario de Andrade como Jorge Luis Borges verán con reparos las veleidades futuristas sin negar algunos de sus aspectos estimulantes.
Pero es el año 1918 el que marca un hito importante en el desarrollo de las vanguardias en España y en América. En este año viajó a Madrid Vicente Huidobro, poeta chileno que defendía el creacionismo, según sus propias palabras desde 1912 y comparó este movimiento con el imaginismo inglés- americano de Ezra Pound, dando ejemplos del dadaísta Tristan Tzara y Francis Picabia, entre otros. El conflicto entre naturaleza y arte (ya Oscar Wilde había dicho “la naturaleza imita al arte”) se resuelve en Huidobro al decir que el poeta ha de crear su poema como la naturaleza crea un árbol.

Tareas:

Intenta analizar si bajo tu punto de vista existen todavía las vanguardias y bajo qué parámetros.
Pon algún ejemplo actual.

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