Nadie sabe muy bien cuándo comenzó, empero, a vulgarizarse más la "vasografía" o"juego de la copa", como también se conoce al sistema que hemos descripto en un
principio.
Tal vez, el desconocimiento de novatos de dónde hacerse con Tableros Ouija o
la escasez de recursos de jóvenes entusiastas avivaron el ingenio al punto que en
Latinoamérica, por caso, se difundió más esta alternativa que su respetable original.
Ambos, sin embargo, se sostienen en el mismo principio, así como lo que, por lo menos en Argentina, se conoce como "el juego del libro", "el juego de la birome" (birome: como en Argentina se llama a los bolígrafos, en honor de su inventor, el húngaro-argentino Lazlo Biró), o el "amuleto de Namuncurá", como simple curiosidad folklórica, vamos a detenernos en ellos.
El "Amuleto de Namuncurá", ciertamente, nada tiene de “amuleto”. Se trata de una alianza matrimonial (por qué debe ser una alianza matrimonial y no un anillo cualquiera, es parte de la tradición) que debe sostenerse de un cabello de mujer, y suspenderse sobre una mujer encinta para que, con sus movimientos indique el sexo de la criatura por nacer (dextrógiro si es varón, levógiro si es niña).
Ciertamente, nada preternatural se adivina en este sistema que por otra parte responder a la más pura esencia de la práctica radiestésica. Cierta leyenda apócrifa adjudica su invención a Ceferino Namuncurá, un "santito popular" argentino, un
niño sumamente piadoso, hijo del cacique mapuche Manuel Namuncurá, quien fue
bautizado y por cuya profunda devoción supo ser enviado por los padres salesianos al
Vaticano de visita, en cuya travesía murió, teniendo 18 años, aquejado de tuberculosis.
Esta historia, en la segunda mitad del siglo XIX, impactó profundamente en la sensibilidad sencilla de la masa popular argentina, quien comenzó a rogar por el alma del joven y, a la vista de supuestos "milagros", le otorgó categoría de santo, claro que no oficialmente canonizado.
Para la Iglesia Católica, empero, Ceferino es "venerable" (un grado previo al paso de "beato" y éste inmediato anterior a la santificación lo que de hecho le transforma
en el culto popular más cercano a la hagiografía católica. Como decíamos, nada certifica que Ceferino haya siquiera empleado este sistema, pero así se ha mantenido la creencia al paso de los años.
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