Sexo y comida: el Tantra del amor   Sexo y comida: el Tantra del amor
LA SEGUNDA NOCHE: Control
 
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PAHHH, DAHHH o MAHMMM

La segunda noche, el discípulo del tantra comienza a desarrollar el controlsobre su sexualidad. Mediante ejercicios y rituales, experimenta un placer y una pasión casi invencibles. A pesar de todo, no se le permite llegar tan lejos como para descargarse en un orgasmo. Todo está preparado para hacer aumentar la energía sexual hasta el límite más extremo, para después controlarla. Los ejercicios exigen gran franqueza de los dos miembros de la pareja, ambos deben saber reconocer los signos del orgasmo inminente en sí mismo y en el otro, y entonces interrumpir de inmediato cualquier estimulación del tipo sensorial.

"Lo importante es experimentar el goce supremo, no importan los órganos o las zonas erógenas que deban entrar en juego...

Esas zonas de extrema sensibilidad son parte de nuestro cuerpo y están allí para cumplir una función...

No podemos cambiar esas funciones, como no podemos cambiar las formas de nuestros cuerpos...

La líbido se halla en todas partes y sólo hace falta descubrirla..."

-- Sade, "Filosofía del vicio" --

Con respecto a la belleza de la mujer, recuerdo una parte que me perturbó por lo vívida, en "El otoño del patriarca" cuando se relata la historia de la expulsión de todos los religiosos. Se hace hincapié en que para controlar que no se llevasen tesoros escondidos, el viejo patriarca da la orden de que "fueran embarcados desnudos como sus madres los parieron". Cuando pasaron todos, curas y monjas, "él recordaba sólo una que había separado con un simple golpe de vista del tropel de novicias asustadas, la distinguió entre las otras a pesar de que no era distinta, era pequeña y maciza, robusta, de nalgas opulentas, de tetas grandes y ciegas, de manos torpes, de sexo abrupto, de cabellos cortados con tijera de podar, de dientes separados y firmes como hachas, de nariz escasa, de pies planos, una novicia mediocre, como todas, pero él sintió que era la única mujer en la piara de mujeres desnudas, la única que al pasar frente a él sin mirarlo dejó un rastro oscuro de animal de monte que se llevó mi aire de vivir...". Fue secuestrada luego en Jamaica por los servidores presidenciales y devuelta para el viejo patriarca. Depositada en un lecho completamente desnuda y dormida -narcotizada- le fue entregada a él, "la habían afeitado por completo hasta los resquicios más íntimos, y le habían barnizado de rojo las uñas de las manos y los pies. Y le habían puesto carmín en los labios y colorete en las mejillas, y almizcle en los párpados, y exhalaba una fragancia dulce que acabó con tu rastro escondido de animal de monte, qué vaina, la habían echado a perder tratando de componerla, la habían vuelto tan distinta que él no conseguía verla desnuda debajo de los afeites torpes, mientras la contemplaba sumergido en el éxtasis del luminal".

"... volvió a acostarse junto a ella mientras dormía, y así la disfrutó sin tocarla durante el primer año de cautiverio hasta que ella se acostumbró a despertar a su lado sin entender hacia dónde corrían los cauces ocultos de aquel anciano...".

-- "El otoño del patriarca", G. G. Márquez --

 
 
 
 


   
 
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