PRESCRIPCIONES PARA LAS INTERVENCIONES TERAPÉUTICAS.
1. Si A, habla en la primera persona plural al referirse de opiniones, valores o juicios, indica a A, que hable en la primera persona.
Ejemplo:
A: “Cuando surge el tema de dinero, inmediatamente nos ponemos tensos”.
Terapeuta: A "Por el momento prefiero que hable por sí mismo; así que, cuando surge el tema del dinero, Usted, se pone tenso”.
A: “Pero nos ocurre a ambos”.
Terapeuta: (Siguiendo con el programa), no cuestiono esa posibilidad. Sin embargo, prefiero utilizar a cada uno de Ustedes, como expertos de sí mismos, no del otro, así que prefiero que Usted, hable por sí mismo; y permita a B a hablar por sí misma también. Bien, decía Usted, que cuando surge el tema de dinero”.
Desde los primeros pasos del tratamiento es conveniente establecer y mantener una serie de premisas de comunicación orientadas a neutralizar, por lo menos hacer evidentes, ciertas reglas fijas de la pareja acerca del portavoz y otros roles que se reflejan en un estilo lingüístico.
Una de estas premisas tiene que ver con la utilización de la primera persona plural para referirse a algo que no sea un hecho o un suceso. Este es un caso especial que lo discutiremos más adelante bajo el tema de “Leer la mente” del cónyuge”. Presentamos una prescripción especial porque tiende a aparecer en la primera entrevista y por lo tanto, constituye una prueba de la pareja de negociar con el terapeuta acerca de premisas de terapia así como de la habilidad de hacer cambios.
Como sucede en cualquier relación, desde el comienzo de las terapias los participantes proponen reglas para definir la relación terapéutica. En realidad existen pocas premisas con las que los participantes están de acuerdo, tales como quien será etiquetado como el experto (no cómo, no por qué, no para quién, sólo quién), quien será pagado (no quien paga) y donde se reunirán (no cuando). Sin embargo, inclusive estas premisas no son tan seguras. Por ejemplo: la calidad de experto del terapeuta a menudo es cuestionada o retada cuando el comportamiento del experto no encaja con las expectativas de la pareja, es decir, la pareja puede estar en completo desacuerdo de cómo se obtendrá e implementará el conocimiento del experto, así como a quien se aplicará.
Este caso es particularmente claro en aquellas parejas en que un cónyuge es etiquetado como “paciente”, y el otro como “informador” o “intermediario”. El informador frecuentemente utiliza la primera persona plural. Esa utilización denota y explora el acuerdo colectivo de ese rol. El cuestionarlo, al decir, habla por ti mismo (a), reta radicalmente al rol y, por lo tanto, a una regla de la pareja, esto explica por qué esta intervención de reestructuramiento, comunicacional aparentemente minúsculo se enfrenta a una fuerte resistencia. Por lo tanto, al igual que el resto de las prescripciones, debe ser aplicada suave pero persistentemente.
2. Si A habla en términos impersonales acerca de asuntos personales (tales como valoraciones y opiniones), indique a A, que se haga declaraciones personales.
Ejemplo:
A: “Nadie llega a la casa a las tres de la mañana sin avisar que va a llegar tarde”.
Terapeuta: A A, “Así que tú te sientes mal cuando Juan llega a casa a las tres de la mañana sin avisarte con anterioridad que llegaría tarde. Para ser más precisos ¿Qué sientes cuando esto sucede? Esta propuesta establece la base para una premisa que representará a la pareja y que debe ser comunicada y mantenida a toda costa, los juicios de valoración emanan a todos los seres humanos.
El establecimiento de esta premisa también puede representar para la pareja un paso hacia el logro de un primer acuerdo que están en desacuerdo en lo referente a valores y opiniones. Este es un punto de partida radicalmente distinto a su convicción de que el uno está bien y el otro mal, o lo que sucede más a menudo, que el uno está de acuerdo y el otro loco.
3. Si hace referencia no fundamentada acerca del estado subjetivo de B “Percibe su pensamiento”, pregunta a A, que es lo que percibe, clarificando la diferencia entre percepciones e inferencias.
Ejemplo:
A: “Y ella simplemente no le gusta que yo diga esas cosas de nosotros”.
Terapeuta: “En vez de comprobar esto contigo, B, permíteme preguntarte, A, ¿Cómo es que sabes que no le gusta a A?”
Leer la mente es asumir que uno no puede saber lo que está en la mente de la otra persona, sus pensamientos, sentimientos, intenciones o motivaciones, sin necesidad de información o verificación por parte del otro. La lectura mental puede ser un poderoso instrumento interactivo con consecuencias devastadoras: si un cónyuge sabe lo que piensa o siente su pareja, mejor que ella misma, ningún argumento podrá convencer al cónyuge de lo contrario.
La lectura mental es una frecuencia intervención de padres con sus hijos y de “lavadores mentales” con sus víctimas. La diferencia entre cada extremo entre la anticipación benigna y la descalificación paralizante puede ser evaluada por el contexto y/o la función de declaración de lectura mental o por la respuesta del que la recibe algunas veces la expresión facial frustrada es suficiente. No hay forma de librarse de éste vínculo dentro del sistema. Afirma y perpetúa roles y reglas acerca del enfermo malo y acerca del sano o bueno. Requiere de una intervención de afuera para ser desenredada.
El escudriño sistemático de declaraciones de lectura mental, algunas veces obtiene por sí solo dramáticos cambios en los patrones interactivos de la pareja. Más frecuentemente destruye las asunciones, previamente tomadas sin cuestionamiento por la pareja, y contribuye el establecimiento de la regla de que durante la sesión cada uno será considerado como experto de sí mismo y no de su cónyuge.
Dentro de este, es muy obvio, pero sin embargo crucial, el señalar que mientras el estudio de la patología conyugal requiere un análisis de sistemas diádicos, el estudio del tratamiento de desórdenes maritales implica un análisis de sistemas triádicos.
Una característica inevitable de tríadas humanas es su tendencia de establecer coaliciones, es decir alianzas entre dos de sus miembros establecidas para su beneficio mutuo o poder frente al tercer miembro, lo que implica relaciones caracterizadas por la inclusión y la exclusión. Los procesos de búsqueda y negociación de coaliciones, que generalmente son desenfrenados, en el comienzo del tratamiento de la pareja, requieren un control cuidadoso y una calibración laboriosa si el terapeuta desea establecer reglas de trabajo o principios de Metacomunicación que los enmarcarán y guiarán a un efectivo curso de tratamiento.
Una de estas reglas es que “El Terapeuta establecerá coaliciones instrumentales inestables sin vincularse a los estables y sin seguir los patrones de negociación establecidos culturalmente”, Sluzki, 1975. El establecimiento de esta regla resulta de una acumulación de experiencias en el proceso de tratamiento y no una sola declaración de principios acerca de él.
Esta prescripción consta de cuatro partes, cada una de las cuales será discutida individualmente a continuación.
a. Si A te habla acerca de B, (en lugar que a B), mantén la vista en A y no en B mientras A está hablando.
El proceso de probar, proponer, negociar y establecer reglas acerca de relaciones tanto en la familia como el contexto de la terapia ocurre a través de intercambios verbales específicos. La mayor parte de estas transacciones ocurren sin embargo únicamente de manera implícita por medio de un millar de intercambios de información que toman lugar constantemente a través de componentes lingüísticos y no lingüísticos del lenguaje y a través de procesos no verbales (posturas, gestos, movimientos, distancias, etc); el comportamiento de nuestros cuerpos, pueden transmitir nuestros juegos de premisas tan fuertemente como las palabras, no podemos no comunicar.
El mensaje transmitido al mirar al miembro de la pareja que está hablando acerca del otro podría posiblemente ser clarificado por lo opuesto. ¿Qué estaría implícito si el terapeuta mirara a B mientras A está hablando de él/ella? Tal vez el mensaje implícito sería: “¿Qué tienes que decir tú en tu defensa?” ó, ¡Así que eso es lo que haces!”, por lo tanto, mirar a B, mientras A está hablando equivaldría a alinearse con A y a tomar las declaraciones de A como descripciones de la realidad no como las percepciones y opiniones de A. Sucede que cuando A, está hablando acerca de B, en realidad está hablando de A, u el terapeuta debe tener esto claro y actuar sobre ello.
b. Si A te habla de B (en lugar que A b), dile a A, que hable a B en lugar de B.
Ejemplo:
A: “Ella siempre ve lo negativo de las cosas”
Terapeuta: (a A) “¿Puedes decírselo a ella ahora?”
A: “Pero se lo he dicho un millón de veces”
Terapeuta: (Insistiendo en la instrucción) “Bien, entonces una vez más no será demasiado”.
A: “Frustrado, frustrado y furiosos, doctor”.
Terapeuta: (a A) “¿Puedes decírselo a Carlos?”.
A: “Está bien, Carlos, nunca llegas a casa a tiempo. Te lo he pedido de cien veces y hemos cambiado la hora de la cena otras cien, y nada, sigues llegando tarde”.
Terapeuta: (a A) “Dícelo”.
A: (a b), “Me enfurece y frustra bastante cuando me encuentro otra vez esperándote con todo listo. Me hierve la sangre.
Cuando el terapeuta recibe una queja, la petición implícita es que él/ella haga al respecto. Por otro lado, cuando los miembros de la pareja se hablan entre sí el peso de la responsabilidad del cambio es nuevamente transferido a ellos. Al mismo tiempo, el terapeuta ha definido más su relación con la pareja:
El terapeuta no va a ser un intermediario ó a tomar partes, o juzgarlos. Se ha definido también la naturaleza de lo observable, procesos interpersonales antes que declaraciones subjetivas.
La instrucción de “hablar a, no acerca de” es un instrumento de poderosa activación en la sesión para poder quitarle el velo al conflicto ya que permite el acceso directo al proceso interactivo de la pareja. Es importante que el terapeuta mantenga consistentemente esta prescripción, dirigiéndose al participante en la segunda persona del singular cuando es posible: es decir, el terapeuta debe también hablar a, no acerca de sus clientes.
Sorprendentemente, esto puede requerir mucha concentración y ocasionalmente un juego lingüístico.
Una excepción a esta prescripción es cuando el terapeuta habla con un coterapeuta acerca de la pareja en presencia de la pareja, que es táctica que puede ser utilizada ocasionalemnte para suavizar la intervención o para preparar el terreno para prescripciones paradójicas.
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