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01 al 15 de Agosto de 2011.En el curso de la vida y en el matrimonio hay períodos de transición y crisis en que las cosas cambian. Hay en ellos cierta inestabilidad, que pueden hacer erupción a toda clase de problemas. En estas épocas un matrimonio o incluso una relación prenupcial corren el riesgo de llevar a cabo una infidelidad. Los puntos de transición más peligrosos son: “Enamoramiento”, “Pánico Prenupcial”, “El Fin del Romance”, “El Mundo Adulto”, “Parentalidad”, “El Decaimiento de la Sexualidad”, “Llegada a la Cumbre”, “El Nido Vacío”, y “Las Realidades de la Vida”.
Fases del Ciclo Vital Individual y Familiar.Construye “Otro Ciclo de la Vida”, alternativo y de forma esquemática con tu propio estilo. Es decir, te pido que aparezcan otras etapas de la vida donde puedan
dar cabida a otros desarrollos familiares.
22 de Agosto de 2011.Éste nuevo Ciclo Evolutivo, te permitirá hacer nuevas series de tareas, frente a las
tensiones y necesidades que las personas y nosotros debemos comprenderlas, asumirlas, para superarlas a lo largo de nuestras vidas.
La Familia Nutridora y La Familia Conflictiva.
Video: “Hacia Rutas Salvajes”.
Leer el documento, analízalo y consúltalo. 29 de Agosto de 2011.La Familia es lugar donde se crean y sedesarrollan las personas. Nuestra tarea en el Campo de la Salud, es velar por la Salud Mental de las personas, así mismo, somos los encargados de formar seres humanos.
Después de haber visto el Desarrollo de la Película, señala:
Aspectos relacionados al Curso de Terapia Familiar e Intervención Sistémica.
Señalas las fases del ciclo vital que has podido identificar a lo largo de la película.
29 de Agosto de 2011. Éste Video por cierto nos hace descubrir, las etapas de la vida, explicando el contexto que lo rodea. Cada escenario está reflejado en la Individuación y la Adaptabilidad del ser humano. Los Puntos de Transición en el Matrimonio.
“¡Ah, con que está casada! Bueno, nada hay tan agradable como una pareja de recién casados. Todavía no hay ninguna psicosis, ni regresiones, ni complejos de culpa. La felicito y espero que tengas hijos, y no fobias”.
Ben Hecht, Spellbound.
Los matrimonios en cierta forma suelen empezar bien, y la pareja comprometida cree vivir perennemente. Los defectos visibles para todos los amigos y parientes no han evolucionado hacia nada grave. Después, por alguna razón, eso deja de funcionar. El matrimonio se vuelve más distante o más conflictivo. No ha ocurrido nada tremendo; simplemente, el matrimonio ya no funciona bien. En general, uno de los cónyuges sospecha una serie de cosas que pasan por la cabeza, una sospecha inevitable es la infidelidad del otro y, en estos momentos críticos, tal sospecha suele ser acertada. Pero la crisis, aunque sería por completo diferente y de solución infinitamente más fácil sin la aventura amorosa, sigue siendo una crisis.
Es así, que pensándolo bien, he preferido señalar estos puntos de transición y crisis, tal e igual como los dicta el autor:
Enamoramiento.- Alguien midió la comunicación de las parejas y descubrió que dialogan más en la tercera cita y en el año que precede al divorcio. En todas las relaciones de Galanteo sobreviene una crisis alrededor de la tercera cita, cuando un miembro de la pareja empieza a sentir apego primero. Si este aún no ha comenzado a tener ideas románticas, es posible que la relación se vuelva desconcertante y muy desagradable o difícil. Alguien tiene que ser el primero en reconocer la posibilidad de que eso que siente sea “Amor”. Decir “Te Amo”, es aterrador, no decirlo es aterrador también, y no oírlo como respuesta es motivo de suicidio. Ciertas personas inseguras se desmoronan al comienzo de una relación, temerosas de que su necesidad de amor no sea satisfecha. No les interesa mucho la calidad de su propio amor o las necesidades del otro; sólo les importa que este les dé el amor que temían no recibir nunca.
Los inseguros que andan de cita en cita pueden enloquecerse, y enloquecer a quienes los rodean, mientras aguardan la respuesta amorosa de la que, a su juicio, depende su vida. A menudo, actúan como si todo el sexo “opuesto”, se reuniera a diario para determinar la deseabilidad relativa de los inseguros y la relación de su compañero de cita, estuviera a esa cotización oficial. Por consiguiente, si determinada persona no se enamora de ellos ese día, están condenados a una vida de una eterna soledad y humillación.
Cualquier persona sensata probablemente cortará la relación y se dará a la fuga ante la menor sospecha de esta desesperación. La mayoría de la gente madura nunca más siente semejante pánico acerca de si
es o no amada; pero algunos experimentan la misma inseguridad día tras día y necesitan escuchar constantemente la afirmación tranquilizadora de que en verdad son amados, sin que importe lo que
hayan hecho o dejado de hacer.
Pánico Prenupcial.- Si una pareja logra superar el “pánico de la tercera cita” y se enamora más o menos al mismo tiempo, acabará por acercarse al matrimonio. En este punto, en vísperas de casarse, la mayoría de los hombres y un número creciente de mujeres interrumpirán súbitamente el galanteo y se pondrán a pensar en sus consecuencias.
Uno de los dos (por lo común el hombre), tal vez “enfriará” la relación por un tiempo de manera abierta o encubierta, como es imposible que ambos experimenten este enfriamiento en forma simultánea, ella
se sentirá disgustada e irritada. El enfriamiento es un esfuerzo del hombre por dar un paso atrás y comprobar si aún es dueño de sí mismo, si todavía puede controlar su vida y su destino y, sobre todo, la
distancia que pone entre él y su amada. Si esta reacciona ante su frialdad tratando de estrecharlo más contra sí, presa del pánico, es evidente que el experimento haya fallado y él se da cuenta de que se
pierde a sí mismo en la relación, y quizá siga apartándose aún más decididamente de su amada.
A la mujer que entra en pánico cuando un hombre pone cierta distancia entre los dos, se la conoce apropiadamente como “chica del adiós”. Pero las cosas están cambiando: una mujer ya no tiene por qué centrar su vida en el matrimonio. A medida que se hace evidente que el matrimonio es mejor negocio para los maridos que para las esposas, es la mujer quien le teme y el hombre quien ansía casarse; por lo tanto, ella pone distancia y vemos aparecer a los “muchachos del adiós”.
Cuanto más inseguros son, más rondan a mujeres más jóvenes, dependientes e inadecuadas en un intento de controlarlas.
El Fin del Romance.- En general, la bruma romántica sigue desorientando por un tiempo a los recién casados. Si el romance se enfría antes de la boda, todavía es posible que esta se celebre, pero uno o
ambos cónyuges recordarán más adelante. “Sabía que cometía un error”. Por cierto que algunas personas nunca se sienten muy románticas respecto a su matrimonio, ni piensan que deberían pasar por una fase de gran desorientación romántica, para ellas, no hay ninguna crisis.
En cambio, a la mayoría le resulta un poco triste perder ese radiante fervor romántico, empiezan a advertir que su pareja es menos maravillosa de lo que habían creído, no sienten la intensidad sexual,
unos hasta se aburren; otros se irritan por las flaquezas humanas de su cónyuge y aun por su simple condición humana. Tal vez prefieran pasar una velada con sus amigos. Se preguntan si no habrán cometido un error casándose con esta persona, a veces, la relación es lo bastante buena para que ambos admitan el Fin del Romance y lo consideren el comienzo del matrimonio.
Si ven el enfriamiento de su ardor como una traición, o como un problema, posiblemente tratarán de mantener la atmósfera romántica, pero puede irritar al compañero si éste es menos romántico. Hay casos de personas que se aterrorizan cuando el romance termina y que acusan al cónyuge por deficiente o que inician una nueva relación de la que pueden esperar una altura romántica permanente.
El matrimonio no puede proporcionar un estado permanente de romance, y la gente adicta al romance no lograría mantener o establecer un matrimonio. Pero no todos los que se casan lo saben, y algunos no
lo aprenden aun después de muchos matrimonios.
El Mundo Adulto.- El comienzo de la familia suele coincidir con el Fin del Romance. En algún punto, la bruma se disipa y los esposos advierten que integran algo más grande que una pareja.
Antes muchas mujeres se casaban ya embarazadas y, por eso, ellas y su marido tenían aguda conciencia de la parentalidad inminente. Ahora, muchas parejas tienen hijos antes de casarse, es decir, siendo aún solteros o, al menos, antes de ese matrimonio. Los que no se casan siendo ya padres, son muy consientes de las decisiones por tomar acerca de los hijos.
Por lo demás, los hijos no son los únicos que expanden la pareja convirtiéndola en una familia. Los cónyuges también deben tomar conciencia de sus familias de origen y del modo en que influyen en su matrimonio.
Cuando dos personas se casan, tal vez no se den cuenta de que cada una sigue integrando, en gran medida, la familia que la crió. Ahora que son adultas y se han establecido, quizá se espere que asuman un conjunto de funciones distinto del que tenían cuando andaban solteras y sueltas.
Las dos familias de origen pueden diferir notablemente en sus pautas, valores y expectativas respecto de la nueva pareja. Además, no son necesariamente compatibles (a veces lo son y eso facilita mucho las cosas). Algunas de las peores reyertas conyugales atañen a las expectativas antagónicas de sus dos (o más), parejas de progenitores en torno de cómo se celebrará la boda; a su debido tiempo estallarán conflictos sobre los planes para la primera Navidad o los nombres que darán a sus hijos, etc.
Se diría que la nueva pareja se ve obligada a diferenciarse como familia nueva en lugar de ser una rama de la familia vieja.
Esta es una amputación dolorosa, preñada de crisis. Cualquier solución de compromiso no hará más que posponer y agravar los procedimientos necesarios.
Los esposos deben ser capaces de anteponer su matrimonio a todo lo demás, sin tener que romper con sus familias de origen. No deben permitir que estas los separen, ni que los aíslen de su familia de origen,
o de sus parientes políticos.
Aun cuando la pareja logre mantener relaciones cordiales y correctas o, mejor aún, íntimas y comprometidas, con ambas familias de origen, todavía deberá escoger estilos y valores de una familia en desmedro de la otra. Esto puede resultar ofensivo y lastimar. Es preciso que cada esposo examine con ojos críticos a su propia familia y sus orígenes para decidir que valores se deben conservar y cuáles se deben desechar.
El matrimonio también altera las relaciones con los amigos. No es fácil (o prudente), mantener una estrecha amistad con alguien inaceptable para el nuevo cónyuge o que constituya una amenaza para él.Tal vez duela tener que distanciar a un amigo, pero puede resultar aún más doloroso tener que pasarse la vida entera defendiendo una amistad.
Los matrimonios necesitan de amigos que apoyen y refuercen la relación conyugal. En caso de incompatibilidad, se debe distanciar al amigo; pero si todos los amigos son incompatibles con el matrimonio, quizá sea una buena idea examinar a este.
En ocasiones, al atravesar esta fase despojada, el matrimonio es solitario y aislante, y es fácil preguntarse si vale la pena mantenerlo. La respuesta puede ser negativa. Una solución hoy en día, aparentemente muy popular al problema del matrimonio demasiado aislante es convertir una amistad en aventura amorosa. En fin, si cambiamos de opinión, acudamos a un constructor de historias (Miguel Correa).
Parentalidad.- Los matrimonios que están muy ocupados en la crianza de sus hijos no pueden permitirse responder al interrogante precipitado. La parentalidad no es una bendición absoluta: estabiliza el matrimonio, pero también atrapa a los padres.
Nuestra sociedad rodeada de una aureola romántica, en la cual existe la conducta infantil, la conducta adolescente, pone al progenitor en una posición nada atractiva de tener que renunciar a todo lo que se considera divertida en la vida para transformarse en madre o padre, y de hacer sacrificios para que la generación siguiente pueda disfrutar todas las diversiones.
Nada tiene de sorprendente que uno o ambos progenitores experimenten un resentimiento tremendo hacia ese insolente miembro de la próxima generación que llega a ser un niño, en tanto que ellos se ven obligados a ser adultos. A veces, el resentimiento de ambos progenitores es parejo y se alían para protegerse del hijo; quizás lo golpeen, lo abandonen, o lo dejen con otras personas, o mientras ellos se rebelan contra el niño como lo hicieron contra sus padres, y/o maestros.
La parentalidad se asemeja al acto sexual, al tenis y a tender camas en que se hace mejor de a dos; cuando ambos trabajan en conjunto, es lo mejor de la vida. Sin embargo, esto no es lo habitual, lo más probable es que uno de los progenitores, por lo común la madre, centre su vida en la crianza de los hijos, mientras el otro procura evadirse de la parentalidad, compite con el hijo y se siente abandonado.
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