1. La primera operación de Unión es invitar a todos los miembros de la familia a la primera sesión. Si la familia es una familia extendida, el terapeuta invita a los abuelos, si hay algún adulto significativamente involucrado con un miembro de la familia, éste debe incluir a esa persona. Una observación completa de la familia permite al terapeuta identificar los distintos modos mediante el cual los diferentes miembros de la familia participan en el mantenimiento de los patrones transaccionales disfuncionales. El terapeuta puede también observar el grado de control de los diferentes subsistemas, tanto como la capacidad de conexión y contacto entre éstos.
2. Luego de observar a la familia y comprender la forma en que está estructurada, y vía el uso de Lenguaje Similar, Acciones de Soporte, Guía, Explicaciones y Bio Rapport, el terapeuta desarrolla Posturas y/o usa ideas que calcen con la misma. Uniéndose a cada subsistema, el terapeuta adopta su patrón transaccional, su estilo, afecto y lenguaje. En un caso donde el hijo mayor, consumidor de sustancias tóxicas (marihuana), era un líder fuerte en el subgrupo de hermanos y consecuentemente desafiaba la autoridad de los padres, el terapeuta, hablando el lenguaje de la responsabilidad en el subsistema parental y el lenguaje de los derechos en el subsistema fraterno, logró convertirse en puente comunicación entre los subsistemas.
3. Otro modo como el terapeuta puede unirse a un subsistema es incluyendo o excluyendo a los miembros en las sesiones terapéuticas. Por ejemplo: Los temas y afectos del subsistema parental pueden cambiar cuando los padres se reúnen con el terapeuta en ausencia de los hijos. O un niño parentificado puede ser obediente mientras sus padres están presentes y tornarse un déspota cuando él se hace cargo del subsistema fraterno. Una madre, quien es más bien competente con sus hijos puede llegar a ser inefectiva en presencia de su propia madre, o un niño quien es protegido por su madre pude ser el chivo expiatorio en le subsistema fraterno.
4. La tarea del terapeuta es interactuar con la familia, observar cómo se adecúa al modelo (aglutinamiento vs. apartamiento), e implementar intervenciones con el fin de fundirse en ella.
Sigamos con las prescripciones:
Si te encuentras sin entender lo que está sucediendo con la pareja, deja de prestar atención al contenido y observa los patrones, secuencias, gestos y posturas verbales y no verbales y/o observa tus propias emociones, actitudes y posturas.
Esta prescripción, así como la siguiente son variaciones del dictamen “Si no te gusta lo que estás recibiendo, cambia tu comportamiento”. Las prescripciones tienen como objetivo específico resolver las frecuentes situaciones en las cuales el/la terapeuta se encuentra sin entender lo que está sucediendo en la sesión, no puede detectar regularidades significativas o los intercambios y/o no puede trazar intervenciones efectivas. Estas dificultades frecuentemente son el resultado de operar dentro de las restricciones del sistema y por lo tanto, haber perdió distancia y perspectiva.
Es necesario recalcar o cambiar en algún momento algunas acciones a tomar en cuenta en cada contexto familiar, por ejemplo:
Si la observación del proceso interactivo de la pareja no te da un buen entendimiento, cambia a la exploración de la historia de la pareja, en el caso comentado.
Lo indicado tiene que ver con hechos observables antes que reconstrucciones. La razón de ello es que si un proceso o evento ocurrido en la historia de la pareja tiene una repercusión en su relación actual, lo que cuenta no es el suceso original, sino su representación isomórfica actual en patrones, estilos y reglas presentes. Sin embargo, si existen ocasiones en que el terapeuta no logra formular una hipótesis de trabajo basada en datos observables. En este caso el terapeuta debe concentrarse en desarrollar una hipótesis, que relaciones al conflicto presente con la historia de la pareja y/o la historia de cada miembro, antes de la formación de la diada. Finalmente, la perspectiva del desarrollo es crucial para estudiar como la pareja ha lidiado con crisis familiares anteriores así como para predecir el manejo incorrecto de futuras y predecibles crisis.
De hecho la simple acción de compartir con la pareja la hipótesis que el desarrollo del presente conflicto marital o síntoma, es parte de una crisis de transición en el ciclo vital de la familia, a menudo tiene un poderoso efecto positivo, ya que entonces podrán mirar a su situación como un problema explicable y no como un evento arbitrario, caprichoso o idiosincrático. Sin embargo, el alivio no es equivalente a cambio. La consciencia o comprensión de un problema y el cambio son dos completamente distintas.
Si aún todavía no consigues detectar regularidades significativas y/o producir cambios, aumenta el número e participantes en la sesión (incluye hijos, padres o coterapeutas). Esta última prescripción se deriva de dos observaciones:
* La primera, es que ocasionalemnte la pareja puede no ser la unidad crítica de análisis, y puede no incluir a todos los protagonistas del drama interpersonal. No es una observación infrecuente que cuando el tratamiento de una pareja no adelanta y se incluye al hijo o su madre, hermano, etc; se produce un salto cualitativo. El resultado es que se quita el velo de conflicto, y/o se evocan enfrentamientos que aparentemente no existían.
* La segunda, observación tiene que ver con el hecho de que el mismo salto cualitativo puede ser logrado con la introducción de un coterapeuta quien realinea drásticamente el campo de coaliciones y libera el primer terapeuta de trampas interaccionales.
|