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Además, que este es el periodo en que su esposo corre mayor riesgo de serle infiel. Pero puede no darse cuenta de que también ella corre el máximo riesgo de infidelidad.
Si no puede inducirlo convenientemente a participar más en el hogar, ni a cuidar de sí mismo mientras ella se ocupa de sus asuntos, tal vez empiece a creer que podrá mantener en alto su ánimo si pasa algunas horas con otro hombre.
Las Realidades de la Vida.- Este periodo final puede o no coincidir con la crisis de la mediana edad, y si bien suele ocurrir después, hasta se puede presentar antes. Es una crisis importantísima, a menudo muy dolorosa y desatendida. En algún punto en el curso del matrimonio, la gente toma conciencia de varias realidades. Ella es imperfecta, su cónyuge es imperfecto, sus hijos son imperfectos, no conquistarán el mundo, se vuelven relativamente más pobres, viejos, feos, bajos y gordos; son menos deseados por otros para cualquier fin y todo irá de mal en peor.
Al parecer, esto es lo que le ocurre a la gente cuando sus padres empiezan a debilitarse y mueren, y toma conciencia de lo que les espera. O puede sucederle cuando se mira en un espejo o contempla a sus hijos y advierte que se está convirtiendo en los padres de ellos.
De pronto, advierte que ha pasado la flor de la edad. Es el momento en que tiene que perdonar a sus progenitores, si no lo hizo ya al convertirse en padre, y nos los perdona y acepta su posición de generación parental, asentándose lentamente en ella, solo tendrá por delante la desesperación.
Los Hippies, los líderes de hinchadas de edad mediana y los playboys entrados en años que lucen cadenas de oro y peinan cuidadosamente su cabello para ocultar la calvicie, son patéticos; creen que no envejecerán si se rehúsan a madurar.
Como en todas las demás etapas evolutivas, uno de los cónyuges entra en esta antes que el otro. Si lo hace en forma sutil y gradual, es posible que su pareja no lo note y, de repente, despierte y se encuentre casada con una persona asentada, madura, de mediana edad, que espera ir envejeciendo en vez de luchar por mantenerse joven.
Esta comprobación puede causar pánico y con frecuencia, va asociada a la muerte o incapacidad de un progenitor; también puede sobrevenir a consecuencia de una enfermedad, del fallecimiento de un amigo o de un cumpleaños crucial.
Su efecto sobre el matrimonio puede ser drástico. El cónyuge que valora la juventud siente pánico de estar casado con alguien de mediana edad que pierde fuerzas. El primero en envejecer tal vez lo haga de manera cómoda y natural, en tanto que su pareja juvenil teme que la vejez sea contagiosa y quiere tomar alguna distancia de ese horror. La vejez no sólo va asociada al morir, o aun a la debilidad y la fealdad; también implica asemejarse a los progenitores propios.
Esto no parece incomodar a quienes se sienten cómodos con sus padres; en cambio, los que todavía se sienten adolescentes rebeldes quizá se rebelen contra este hecho de la vida y terminarán protegiéndose de ésta transformación, huyendo del cónyuge que envejece, sea divorciándose, y/o sea teniendo una aventura. Otra mejor posibilidad es reconocer las realidades de la vida y perdonar a los progenitores.
Cada uno de estos puntos de transición que señalan la vida conyugal puede causar malestar y provocar pánico. Nos obligan a vernos a nosotros mismos siguiendo el Ciclo de Vida Humana, cambiando rigurosamente con el tiempo.
Algunos sólo ven su propio malestar y no saben que los hace desdichados. En estos momentos, hay quienes oponen resistencia a las fuerzas de la realidad y el cambio, y optan por la irrealidad de una aventura amorosa. El peligro de las infidelidades es mayor que nunca en cada uno de estos puntos de transición.
La Familia Nutridora y la Familia Conflictiva.
A mi pequeña edad, pensaba en ser un defensor de la verdad, decidí que de grande sería, alguien quien iba a sacar la cara por la justicia, ni siquiera, pensaba en lo que hoy me iba a desarrollar, pero aun, me seguía dando cuenta de las secuencias que difundían mis progenitores y ma familia, en nuestras mentes. ¡Ah!, no eran secuencias tan hermosas.
Miguel Correa.
Hoy años más tarde, después de haber dejado cordones que estuvieron atrapando mi tranquilidad, mi formación y mi desarrollo, atendiendo a más de diez familias, encontré cosas similares, en que una parte de profesionales, perciben una pequeña parte del todo, la parte que ellos pueden ver y oír, y creen que eso es la totalidad, tal como ven al “problema”, mas no la parte que nosotros Observamos.
Es así, que hoy existe gente que sospecha que hay más cosas que no las vemos, y que no saben que es y mucho menos como descubrirlo, insistimos que ese es el problema, por ejemplo: un niño, esposo (a), etc. Esa ignorancia de etiquetarlos conduce al sistema familiar, a esconderse de la verdad, y de la realidad.
Todas estas cosas están sumergidas dentro de la naturaleza, así nuestro destino, depende mucho de comprender los sentimientos, necesidades y normas que rigen las secuencias de nuestras vidas.
Gracias a Dios, a través de la experiencia, lo que aprendemos, he encontrado, algunas soluciones, para muchas incógnitas, y lo mejor que pueda dar, es compartirlas con Ustedes y Ustedes con sus familiares.
A continuación, lo que ofrece éste apartado es tomado de las aportaciones de Virginia Satir. En principio, la autora se preocupa por el análisis y conocimiento de las estructuras familiares el cómo están conformadas, por quiénes y los vínculos que se establecen entre sus miembros.
En esta era de creciente conocimientos respecto al átomo, espacio, genética y otras maravillas de nuestro universo, estamos aprendiendo además algunas cosas nuevas acerca de las relaciones de la gente con la gente. Creo que dentro de mil años, los historiadores señalaran nuestra época como el principio de una nueva era en el desarrollo del hombre, el momento en que empezó a vivir una relación más íntima con su propia humanidad.
Con el tiempo, nos hemos formado una imagen de cómo es el ser humano que vive humanamente. Es una persona que comprende, valora y desarrolla su cuerpo, al que encuentra bello y útil; una persona auténtica, honesta consigo misma y con los demás, alguien que está dispuesto a arriesgarse, ser creativo, demostrar su competencia, ser flexible y adaptarse.
La familia es el lugar donde se crean estas personas. Ustedes los adultos, son los encargados de formar seres humanos.
Durante el tiempo como terapeuta familiar, he descubierto que continuamente se suscitan cinco aspectos de la vida en la familia entre las familias Nutridora y Conflictiva, que acuden en busca de ayuda, en la
cual, describo su Mundo Personal:
* Los Sentimientos e Ideas, que uno pose sobre sí mismo. Afecto. Las Formas de Relacionarse y Expresar lo que sienten y como lo dicen. La Modalidad de Conversar y Relacionarse.
* Las Normas o Reglas, los límites, que utilizan para delegar, solicitar y cómo actuar. Es decir, cómo Funciona el Sistema Familiar.
* Que es lo que hacen y han dejado de hacer. Son sus acciones y/o actividades.
* Las relaciones de las personas con otras personas, en el ámbito laboral. Las llamo las relaciones Eco sistémicas, es nuestro ambiente, un lugar, un espacio, que merece ser respetado, por el ser humano.
Bien, desarrollaré lo mencionado para una mejor comprensión:
No importa el tipo de dificultades o experiencias que van a mi espacio terapéutico, por ejemplo: una esposa renegona, un marido infiel, un hijo pandillero o una hija lesbiana, inmediatamente, observo cual es la disponibilidad de cada uno de ellos, no puedo pensar solo en uno, ni juzgarlo por lo que te dicen, tengo que encontrar la forma de modificar y reforzar su disponibilidad, y acercamiento al terapeuta, y lo más importante centrarme en ellos:
Afecto – Sentimientos y Resentimientos.
Imposibilidad de No Comunicarse, Comunicación clara y Directa.
La Comodidad de las Personas, Normas, Autoridad y Rigidez, Flexibilidad, Adaptabilidad y Límites.
Etapas del Ciclo Vital Individual, Familiar y de Pareja.
Como es que nos mira Nuestro Entorno, Sociedad Abierta y Cerrada.
Hasta el momento es muy poca la suerte de conocer familias sin conflictos, tal vez, o más adelante soy consciente que como seres humanos, vamos a reaccionar desde otra perspectiva frente a una crisis. Y vamos a ver como estos seres humanos, promueven vitalidad, apoyo y nutren a sus subsistemas.
Periódicamente descubriremos modelos diferentes para abordar múltiples funcionalidades y disfuncionalidades.
Cada una de estas familias tiene su propia problemática vital y típica, que veremos más adelante. En toda esa problemática operan básicamente las mismas fuerzas: Los Afectos, La Comunicación, Las Normas y Límites, El Ciclo Vital, y la Sociedad.
Hablaremos más detalladamente sobre cada uno de estos factores cruciales, para descubrir cómo funcionan en nuestras propias familias y cómo pueden reducir los problemas y aumentar la vitalidad para tener una mejor convivencia familiar. Tomen mis palabras, no como un experto en el tema, ya que los expertos son los beneficiarios, sino, como una persona que intenta descubrir y modificar las relaciones.
En nuestro trabajo terapéutico, vamos a ubicar a cada familia en una escala que va desde muy Nutridora hasta muy Conflictiva o problemática. Cada familia nutridora forma un núcleo, pero casi todas se
asemejan en su forma de actuar, también las familias conflictivas, sin importar la naturaleza de los problemas aparentes, parecen tener mucho en común. Quiero diseñar una imagen escrita de cada tipo de familia, tal como las he observado. Por supuesto, estas descripciones, no describen a ninguna familia específica, pero en ellas cada quien encontrará formas de comportamiento familiar.
Es fácil notar el ambiente que existe en una familia conflictiva, a veces, predomina cierta frialdad, como si todos estuvieran congelados; el ambiente es en extremo cortés y cada quién obviamente está aburrido, el ambiente está lleno de secretos ¿Qué es lo que deberíamos hacer como Terapeutas?
Cuando uno se encuentra en uno de estos ambientes conflictivos, me suelo preguntar si la reacción física
de las personas en una familia así, era como la mía. Después al conocerlas mejor y tener la libertad de contarles mis reacciones, e historias, sé que efectivamente sentían lo mismo.
En las familias problemáticas, los cuerpos y los rostros son muestra viviente del conflicto existente. Los cuerpos están tensos y rígidos, o bien demasiados desmañados. Los rostros de aspecto humano o triste, son inexpresivos como máscaras. Los ojos bajos esquivan la mirada. Los oídos obviamente no escuchan y las voces son duras, ruidosas, o apenas sensibles. Existe una actitud poco amistosa entre cada uno de los miembros de la familia, no hay alegría.
La familia parece estar unida por el deber y sus integrantes apenas se toleran mutuamente. De vez en cuando alguien hace un intento para suavizar, pero sus palabras caen en el vacío. Con frecuencia el sentido del humor es amargo, sarcástico, aún cruel. Los adultos están ocupados diciéndoles a sus hijos lo que deben y no deben hacer que nunca llegan a conocerlos en realidad, ni jamás los disfrutan como personas. El resultado es que ellos tampoco disfrutan de la compañía de sus padres como personas.
A menudo resulta una gran sorpresa para miembros de familias conflictivas, que realmente puedan estar a gusto juntos.
Cuando he llegado atender a una familia con estas magnitudes mi pregunta era: ¿Cómo han podido, o que han hecho ustedes para sobrevivir hasta ahora? Descubrí su reacción de que ellos podían hacer cosas diferentes de las que ya habían hecho, sus miradas eran hacia abajo, el silencio era explicable (Reflexión).
Que comentario le da a esta afirmación:
“Muchas familias todavía tienen el concepto tradicional de que en la familia debe reinar el amor, la comprensión y el apoyo, aún cundo todo lo demás haya fracasado.
Sin lugar a duda éste sería el lugar donde podemos recuperar el aliento y sacar “nuevas energías” para enfrentarnos mejor al mundo exterior. Sin embargo, para millones de familias conflictivas esto resulta un mito.
Nuestra enorme sociedad urbana industrializada, las instituciones con las que tenemos que convivir, han sido proyectadas para ser prácticas, eficientes, y productivas, pero en muy pocas ocasiones para proteger y servir al elemento humano del ser humano. Casi todos hemos experimentado la pobreza o la discriminación, las incesantes presiones mundiales o demás consecuencias de las instituciones sociales deshumanizadas, y más para las personas que pertenecen a familias conflictivas que también encuentran condiciones inhumanas en el hogar, estas tensiones son aún más difíciles de soportar.
Nadie elige intencionalmente un modo de vivir tan complicado. Las familias lo aceptan solamente porque no conocen otro camino.
Si vemos a una familia nutridora, enseguida intuimos en la vitalidad que ellos presentan, personas valoradas y que se dan su lugar, cuerpos ágiles, expresiones tranquilas, personas que se ven la cara, no con miradas esquivas, los hijos son espontáneos y amables, el resto de la familia es tomada en cuenta. Demuestran su afecto, hablan con franqueza y escuchan con interés.
Los integrantes de la familia nutridora, se sientes libres para expresar sus sentimientos. Pueden hablar de todo, desengaños, temores, penas, críticas, al igual que de alegrías y éxitos. Si el padre está de mal humor por alguna causa, su hijo puede decirle con franqueza, “Oye, papá, estás de muy mal humor hoy”. No siente temor de que su padre le conteste, ¡Cómo te atreves a hablarme así! Más bien, podrá contestar en la misma forma, “¡Vaya que estoy de mal humor!, ¡Tuve un día bien pesado!” y el muchacho responde: “Que bueno que me lo dices papá, pensé que a lo mejor estabas enojado conmigo”.
Las familias nutridoras, demuestran claramente que planean las cosas, pero si sucede algo imprevisto, fácilmente se acomodan al cambio. Así sortean sin dificultad, ni confusión, muchos problemas de la vida.
Supongamos por ejemplo, que el niño tia un vaso y lo rompe. En una familia conflictiva, este accidente conducirá a un regaño de media hora, una paliza, o que se le mande al niño llorando a su cuarto.
En una familia nutridora, por el contrario, alguien dirá: “¡Ah! Que Juanito rompiste un vaso… ¿Te cortaste? Te voy a poner una venda y luego traes la escoba y recoges los pedazos”. Si el padre se percata que Juanito no tenía bien agarrado el vaso, podrá decirle, creo que tiraste el vaso porque no lo cogiste con las dos manos como se debe. Así, el incidente significará una oportunidad de aprendizaje que aumentará la autoestima del niño.
Su comportamiento para ellos, se basa en lo que le cuenta. Cuán diferente del padre conflictivo que les dice a sus hijos que no se deben pegar unos a otros, pero él mismo les pega cuando no le dan gusto en
algo.
Los padres vitales y nutridores, saben que tienen que prepararse para orientar y guiar a sus hijos; saben
que no lo aprendieron automáticamente el día que nació su primer hijo. Como buenos guías buscan el momento oportuno para hablar con ellos, cuando realmente puedes hacerles caso. Si el niño se comporta mal, el padre o la madre se le acercan para ofrecerle apoyo. Esto le ayuda a sobreponerse a sus temores y sentimientos de culpa y a sacar mayor provecho de la enseñanza que le brindan sus padres.
Ahora, si nosotros no dedicamos nuestro mayor esfuerzo al desarrollo familiar y a la formación de gentes que tengan un sentido más verdadero de lo humano, creo que nuestros problemas sociales actuales irán aumentando día a día, terminando quizás en la extinción de todos.
Si es tan alto el precio del fracaso, también lo es el premio del éxito. Toda persona que tiene una posición importante o influyente en un mundo, fue niño alguna vez. La forma en que ejerce su poder o influencia, depende en gran parte de lo que aprendió en la familia durante su crecimiento. Si sólo pudiéramos ayudar a las familias conflictivas a convertirse en nutridoras, y a estas a que sean más nutridoras, el impacto de su creciente sentido de humanidad llegaría a infiltrarse en el gobierno, la educación, las empresas, la religión, y en todos los campos que determinan la calidad de nuestras vidas.
Cada vez estoy más convencido de que cualquier familia conflictiva puede volverse nutridora. La familia de los factores que originan los conflictos en estas familias, se aprende después de nacer. Puesto que se aprenden, pueden también desaprenderse: y nuevos factores pueden ser aprendidos en su lugar. La cuestión es:
* Tenemos que reconocer que tipo de familia somos.
* Debemos tener la fe, y la credibilidad de que las cosas cambian.
* Necesitamos tomar los primeros acuerdos, para iniciar un proceso terapéutico.
A medida que empecemos a ver con mayor claridad nuestros problemas familiares, conseguiremos darnos cuenta que cualquier cosa que haya sucedido en el pasado, no tenía mejor solución en aquel momento. No hay ninguna razón para que alguien se sienta culpable o culpe a otro de la familia.
Es probable que las causas de las dificultades familiares hayan sido invisibles para todos, no es porque no sabían dónde buscarlas, sino, porque habían aprendido a ver la vida a través de anteojos mentales
que impedían mirar con claridad.
Ps. Juan Miguel Correa Martínez.
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