La acedia es tristeza del bien espiritual divino, que produce, entre otros efectos, pereza, cansancio, falta de apetito o apatía, etc. Sin embargo, Tomás de Aquino no sólo analizó sus efectos, sino también sus causas. Efectivamente, con-sidera que la acedia puede provenir tanto del tedio de un bien, como de la ociosi-dad excesiva, del dolor, del temor de algún mal o de la melancolía. En definitiva, existen diferentes motivos que pueden causar este estado emocional dañino para aquel que lo experimenta.
Para algún profesional coetáneo de la medicina, “al escuchar a Santo Tomás, nos da la impresión de asistir a la descripción del cuadro clínico de una depresión. ("accidia deprimit animum"). No en balde la psiquiatría moderna ha visto en la acedia el intento de explicación religiosa y poco científica durante la Edad Media para los síntomas de la depresión endógena” . Pero la pregunta de fondo que surge desde este planteamiento es la siguiente: ¿cómo puede suceder que el hombre encuentre un mal allí donde se da el bien? Planteamos este interro-gante porque por naturaleza resulta una incoherencia no alegrarse por un motivo agradable. Sin embargo, es bien cierto que en algunas ocasiones sucede: es un rasgo característico, no sólo de la persona acediosa sino también una cualidad propia de la envidia que impide la alegría ante el bien ajeno y que daña no tanto a la persona envidiada sino al envidioso que se corrompe interiormente a raíz de este sentimiento que es destructivo e impide disfrutar del presente y de aquello que se tiene.
Tomás de Aquino responde a este respecto que “cuando alguien cierra los ojos, o no quiere abrirlos, no ve: ésta es la acedia. El acedioso, a causa de la pere-za de abrir los ojos intelectuales, no puede ver los bienes espirituales” . En suma, la pereza intelectual genera acedia . Seguramente esta enfermedad del espíritu se propagó en buena medida con el nominalismo del s. XIV que, prescindiendo de los grandes descubrimientos filosóficos del s. XIII, negó a la razón su capacidad de alcanzar los grandes temas, en especial, los relacionados con Dios.
Tomás de Aquino compara esta pasividad del espíritu humano en estado de tibieza con la luna, y eso por dos motivos. a) Por un lado, por la inconstancia o mutabilidad, pues explica que mientras el loco va cambiando de estado de ánimo con tanta rapidez como los ciclos de la luna, por el contrario, el hombre sabio y su sabiduría permanecen intactos igual que el sol. b) Por otro lado, el acedioso es perezoso y permanece inactivo, pasivo, igual que la luna cada noche en el cielo .
Alejandro de Hales escribió que el torpor que sigue a la propia acedia no es acedia esencialmente, es decir, que no puede definirse como tal. El alma huma-na que se entristece a causa del bien difícil y laborioso es torpe porque ve la difi-cultad y no tiene capacidad de perseverar en el tiempo con el fin de alcanzar el objetivo . Para el maestro franciscano, la torpeza se asemeja, en cierto modo, a la desconfianza, puesto que el hombre que tiene acedia no confía en sus posibilida-des para conseguir sus metas y desiste antes de intentarlo. Por este motivo, el Ha-lense no dice que la acedia sea torpor, sino que la acedia es tristeza formalmente, a la que le sigue la torpeza de la mente para comenzar el bien. En esto, Tomás de Aquino siguió a este maestro, pues considera que la pereza (torpor) para obrar es un claro efecto de la tristeza que internamente padece el hombre que se siente pro-fundamente desmotivado y envuelto en una especie de absurdo vital.
La acedia que provoca inactividad y pereza lejos de significar descanso y relax implica cansancio puesto que la fuente de muchos de los males anímicos puede estar en la ociosidad. El ser humano necesita estar ocupado parte de su tiempo para desarrollarse plenamente como persona. En cierta forma, la acedia es una emoción envolvente que engloba al sujeto de forma que este no encuentra una causa concreta de su malestar por lo que resulta mucho más difícil de erradicar. La única forma de poner remedio a un problema es identificar la causa de dicho pro-blema y señalarla de forma clara.
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