Santo Tomás encuentra multitud de matices respecto a qué sea la tristeza, ya que ofrece muchos nombres para denominar tipos de tristeza diferentes. Por ejemplo, “la envidia es tristeza del bien del prójimo” , es decir, el envidioso se entristece del bien ajeno porque eso le hace fijar su atención en aquello que a él le falta. Por otro lado, la soberbia es la madre de la envidia y, por este motivo, el soberbio se entristece a causa del bien del otro en tanto que dicho bien es un im-peditivo de la propia excelencia . Pero, frente al egoísmo propio del hombre en-vidioso, Tomás de Aquino describe como tristeza la compasión humana propia del hombre misericordioso, ya que, según él, “la misericordia es tristeza del mal ajeno en cuanto se estima como mal propio” . Es decir, el misericordioso tiende a la acción y coopera con el prójimo en la medida de sus posibilidades para aliviar su sufrimiento. La solidaridad podría representar a nivel moderno el concepto clási-co de misericordia.
También se puede establecer una nueva distinción entre la acedia y otro tipo de tristeza que también hace referencia a Dios:
a) Tomás de Aquino expresa claramente que la acedia no tiene nada que ver con la tristeza propia del hombre penitente . En efecto, la primera es una tris-teza absorbente que induce a la desesperación, agrava el ánimo e impide el ejerci-cio del bien, es decir, tiene más razón de culpa que de pena. Sin embargo, el peni-tente se enfrenta a su tristeza con esperanza, y ejerce las buenas obras porque se entristece a causa del mal y lo hace según Dios . La diferencia fundamental entre ambos tipos de tristeza que se refieren directamente a Dios estriba en que la ace-dia consiste en entristecerse acerca de un bien, mientras que el penitente es cons-ciente del mal que ha cometido, y no sólo se entristece por ello, sino que, además, quiere repararlo.
Por otro lado, mientras que el espíritu del penitente siente gozo ante el perdón divino, ese gozo se opone a la acedia , porque aquel hombre que está cer-ca de Dios y que contempla los bienes divinos se siente dichoso y afortunado. Un comentador tomista, Silvestre de Ferrara afirma, siguiendo a Tomás de Aquino, que “la felicidad del hombre consiste en la contemplación de Dios” . El filósofo considera que cuando el ser humano se eleva hasta la verdad más pura recibe todo el amor y la felicidad que seguramente no ha descubierto mientras se mantiene atado y postrado ante los bienes mundanos que son imperfectos. En definitiva, “para mitigar la tristeza espiritual hace falta el reposo del apetito en el bien con-veniente y el bien más conveniente para el alma humana es Dios” . Dicho de otra manera, el objeto propio de felicidad humana en el pensamiento de Tomás de Aquino es Dios.
b) Tomás de Aquino considera que la penitencia tiene tres partes: el do-lor del pecado por el que el hombre siente arrepentimiento; la confesión posterior del daño cometido; y la satisfacción final que llega a su alma a partir del perdón. De este modo, Dios pide a los penitentes que desistan de hacer el mal resistiendo firmes en la fe mediante la fortaleza que produce la cercanía de su palabra. Esta-bleciendo una relación adecuada entre ambas tristezas se puede decir que la acedia es un impedimento para el cumplimiento de la penitencia, ya que es contraria a muchos preceptos, por ejemplo, la santificación . “El tibio ha dejado el amor a un lado: su corazón se ha llenado de pequeños egoísmos y compensaciones buscadas a su alrededor” . Buscando lo pequeño, su corazón se ha envejecido porque el ser del hombre está destinado a llenarse con lo más grande: Dios.
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