Muchas personas deciden de repente ser vegetarianos y se decantan por la macrobiótica, pensando que esto es ser vegetariano y la verdad es que esta es una forma de alimentarse que proviene de la filosofía japonesa que considera al ser como una entidad vital sujeta a las leyes de la energía expresadas profundamente en la antigua filosofía oriental de los opuestos, es decir el Yin y el Yan.
A finales del siglo IV aC., el yin se comenzó a asociar con lo oscuro, húmedo, pasivo, terrenal y femenino, mientras que el yang representaba lo brillante, seco, activo, celestial y masculino. Se creía que el yin y el yang se combinaban en distintas proporciones para producir los distintos objetos del Universo, la configuración geográfica, la religión, incluso las disposiciones oficiales, terminaron por decidir que cuando se hable de cocina japonesa se piense en su carácter fuertemente vegetariano y en la casi omnipresencia del pescado en numerosos platos.
Esta filosofía oriental en la que se basa la macrobiótica sostiene principios y leyes comunes donde todos los seres, objetos o fenómeno es una diferenciación de la unidad infinita. Todo cambia y los contrarios se complementan. No existen cosas o fenómenos idénticos porque donde hay una cara existe un envés. Según sea la magnitud de la cara así es la del envés. Donde hay un principio, hay un fin.
Todos estos principios, explican por ejemplo el carácter de opuestos entrelazados como lo masculino y femenino, yang y yin respectivamente, fuerte y débil, amargo y dulce, duro y suave. En el cuerpo se expresan como la tensión y la relajación, lo que se refleja también en los alimentos, de tal forma que aquellos que son muy concentrados, como la carne de cerdo y la sal, expresan el extremo yang, mientras que otros como las bebidas alcohólicas, el azúcar y los tomates son marcadamente yin.
Los alimentos equilibrados por excelencia son los cereales cocinados, y el equilibrio perfecto se expresa en el arroz integral cocido lentamente. Un buen plato de este arroz no requiere ni de líquidos ni de alimentos concentrados para ser comido. El arroz, dice la macrobiótica, es una planta que crece con los pies en el agua (elemento yin), y el cuerpo al sol y en el cielo (elemento yang); entre el equilibrio de ambos crece el arroz, joya de la naturaleza, exponente del equilibrio de las fuerzas del universo.
Es por ello que cuando decidimos ser macrobióticos, no solo somos vegetarianos, sino que combinamos nuestra alimentación de manera que los dos elementos se encuentren presentes dentro de nuestra dieta, permitiendo que algunas carnes, especialmente el pescado formen parte de nuestros platos y como un método de alimentación encaminado a mejorar y prolongar la vida, en el que los alimentos de origen vegetal tienen preferencia sobre el resto y que los ingredientes deben ser naturales, integrales, no contener ningún tipo de abono químico, herbicida o pesticida y no proceder de cría o cultivos artificiales, lo que actualmente se llaman alimentos orgánicos.
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