De los 6 a los 12 años, el niño tiene exceso de energía, aprende a ser industrioso, produce cosas, inventa, realiza tareas escolares, tiene iniciativa, aprende a manejar nuevos objetos y herramientas, puede tener pasión por coleccionar, se expresa de manera creativa. Cuando no se le apoya al niño en esta etapa, o se obstaculiza su industriosidad, pueden aparecer complejos de inferioridad y comportamientos de inercia.
Lo que mata la iniciativa y la seguridad: la sobreprotección y el abandono o nula motivación y acompañamiento por parte de los padres.
Es una etapa de gran sensibilidad, y el factor crítico es el manejo de la culpa, pueden llegar a sentirse culpables por ejemplo del divorcio de los papás; de la muerte de alguien cercano.
Es importante ser cuidadosos con los comportamientos inadecuados del niño, está bien señalarles y enseñarles lo que está bien y lo que está mal, lo que es correcto y lo que no lo es, pero si se le trata con dureza, con castigos y sin ternura, y se le señala como un niño malo, sentirá que es una persona mala y se puede llegar a detestar a sí mismo. Se sentirá culpable de una manera enfermiza.
Hay una película muy difundida con el actor Bruce Willys: “Mi encuentro conmigo” , y se trata precisamente de un niño que es castigado y culpado, al grado que se vuelve un perfeccionista pero pierde su alma de niño, pierde el amor, pierde la alegría, pierde la esperanza, se vuelve un ser tremendamente duro que es incapaz de amar y mucho menos de cumplir su misión como ser humano, y como varón. Y va cargando la culpa de la muerte de su madre quien murió de cáncer.
En esta película se puede percibir con claridad como se destroza la vida de un niño extraordinario, amoroso, industrioso, e inteligente.
Realmente queda ese niño traumado, con poco espíritu, con poca alma, con poca vida. Si ya vieron la película no importa, vuélvanla a ver y comprenderán muchas de las cosas que les estoy compartiendo. Creo que es uno de los mensajes más importantes de fines del siglo pasado y del presente siglo. Además que es divertida y muy ágil.
Estar concientes de las etapas por las que van pasando nuestros hijos nos permitirá crear las condiciones favorables para su desarrollo, su seguridad, su autonomía y su creatividad.
No importa si hemos cometido errores, todavía se pueden corregir, acude con un especialista para que te oriente y recuerda el mensaje del libro sagrado:
“si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos. El que se haga pequeño como este niño, ése será el más grande en el Reino de los Cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe.”
( Evangelio de Mateo 18: 3,4,5 )
Para terminar con estas ideas, veamos lo que son las creencias limitadoras , que favorecen y alimentan lo que algunos expertos llaman: la incapacidad adquirida
Muchas de estas creencias, si no es que la mayoría, son transmitidas a los niños por los adultos (sus padres, sus maestros, sus abuelos, etc):
Veamos algunas de éstas creencias o estigmas o etiquetas que llegamos a poner sobre los niños:
no corras porque te vas a caer; vas a tirar el agua; lo vas a descomponer; cállate, porque tu no sabes; tú no puedes; eres un inútil; eres feo; eres un menso; pareces señorita; tú eres mujer, por tanto: no debes, no puedes, ... etc.
Esos pensamientos, muchas veces se convierten en órdenes, en dictados, y decretos que vamos asumiendo, hasta que se llegan a convertir en verdaderas creencias limitadoras, obstáculos al crecimiento y desarrollo humano, enemigos de la confianza, de la seguridad, de la autonomía, de la industriosidad, de la creatividad.
Ahora bien, esos decretos –que también nacen de creencias, prejuicios y convicciones de los adultos- contradicen la naturaleza del niño y de la niña.
Recordemos que los niños son muy amorosos y por lo general obedecen e imitan por amor a sus padres (o por miedo), sin darse cuenta que se van negando a si mismos. Al llegar a la adolescencia será más difícil retomar y construir una identidad que favorezca una personalidad creativa, espiritual, generosa y valiente.
Es muy común observar en los grupos de crecimiento personal y espiritual; y en las consultas privadas de los psicólogos y terapeutas, adultos que realmente están en la búsqueda de su yo interior, de su niño interior, de su verdadera naturaleza, porque ya no aguantan la vida, están desesperados, enfermos, deprimidos, llenos de rencor y/o miedo. El reto es destruir aquéllas creencias incapacitadoras y limitadoras.
Acércate a tu hijo o a tu hija, pídele perdón si realmente lo haz dañado, es tan amoroso que sabrá comprenderte e inicia una nueva vida, atrévete, nada vale más la pena que enderezar el camino y educar y convivir amorosamente a tus hijos.
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