El estrés es un hecho habitual en nuestras vidas. No puede evitarse por
completo, ya que cualquier cambio al que debamos adaptarnos conlleva cierta
carga de estrés. Los sentimientos negativos, daño, enfermedad o muerte de un
ser querido, son hechos estresantes, así como algunos sucesos positivos:
ascender en el trabajo trae consigo el estrés del nuevo puesto, de nuevas
responsabilidades.
Nuestras experiencias estresantes provienen de tres fuentes básicas:
nuestro entorno, nuestro cuerpo y nuestros pensamientos. El entorno se
refiere a las condiciones ambientales, como por ejemplo ruidos,
aglomeraciones, demandas de nuestra atención, etc. Las fisiológicas se
refieren a nuestro organismo: enfermedades, accidentes, trastornos, etc. Por
otro lado, las amenazas exteriores producen en nuestro cuerpo ciertos
cambios estresantes. Así, nuestra forma de reaccionar ante los problemas,
las demandas y los peligros, viene determinada por una aptitud innata de
lucha o huida, cuando los estímulos que nos llegan son interpretados como
amenazantes.
Este proceso se traduce en una serie de cambios físicos observables.
Así, por ejemplo, las pupilas se agrandan para mejorar la visión y el oído
se agudiza, los músculos se tensan para responder al desafío y la sangre es
bombeada al cerebro para aumentar la llegada de oxigeno a las células y
favorecer los procesos mentales. Las frecuencias cardiaca y respiratoria
aumentan, y como la sangre se desvía preferentemente hacia la cabeza y el
tronco, las extremidades, manos y pies, se perciben fríos y sudorosos.
Si no se libera al organismo de estos cambios ocurridos durante la fase de
reconocimiento y consideración de la amenaza, se entra en un estado de
estrés crónico. Cuando uno se siente estresado y añade aun más estrés, los
centros reguladores del cerebro tienden a hiperreaccionar ocasionando
desgaste físico, crisis del llanto, y potencialmente depresión.
Condiciones Estresantes
Sobrecarga de trabajo.
Exceso o falta de trabajo.
Rapidez en realizar la tarea.
Necesidad de tomar decisiones.
Fatiga por esfuerzo físico importante.
Viajes largos y numerosos.
Excesivo número de horas de trabajo.
Cambios frecuentes en el entorno laboral.
En algunas aldeas, han obligado a pintar de negro los cristales de las
ventanas de las casas donde viven mujeres para impedir que puedan ser vistas
desde fuera.
|