Los siguientes factores de riesgo para la salud: ánimo deprimido, baja autoestima, poca
satisfacción en el trabajo, intención de abandonar el puesto y absentismo
laboral. Así mismo, en numerosos estudios realizados, la falta de
participación en el trabajo produce insatisfacción y un incremento del
riesgo de enfermedad física psíquica.
En el contexto laboral se experimentan otros síntomas estresantes que no son de carácter cuantitativo ni cualitativo, si no que ocurren más bien cuando
las habilidades de la persona son incongruentes con respecto a la tarea o el
entorno laboral. No obstante, hay que tener en cuenta que ante situaciones
similares las personas reaccionan de forma diferente. Así, cuando se produce
una tensión por sobrecarga de trabajo, mientras que una persona puede
reorganizar eficazmente la tarea, aprender nuevas formas, buscar ayuda o
absorber sólo aquello que es cabalmente posible, otra, según sea la
situación, puede sentirse incapaz de superar tal tensión y puede responder a
largo plazo con enfermedades coronarias, depresivas, etc.
Para que el estrés laboral no vaya carcomiendo nuestro interior debemos ser
capaces de darnos cuenta de que el trabajo es sólo uno de los aspectos de
los que se compone nuestra vida. Si dejamos que los problemas laborales nos
ocupen y preocupen más de lo necesario no sólo estaremos abonando el terreno
al estrés, si no que además corremos el peligro dejar de lado otros aspectos
individuales, familiares y sociales más importantes incluso que el propio
trabajo.
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