La miel es de carácter neutro (ying-yang), pertenece al elemento tierra, consistente en sustentar, reproducir, transformar y devolver. El elemento "tierra" nutre nuestra memoria y da forma y orden a nuestros pensamientos, por lo que sirve de sustento al espíritu. La capacidad de concentrarse y de imaginar lo esencial, es una de las premisas para la meditación, el método más importante para alcanzar la sabiduría e iluminación.
Si falta "tierra", se instalan en nosotros la falta de memoria y el desgano para las tareas de la vida. La distracción, la enfermedad de nuestro tiempo, va apoderándose paulatinamente de la energía que tienen las ideas claras. Además, las personas con falta de "tierra" a menudo carecen de independencia y no son dueñas de sì mismas, ni siquiera en la edad adulta.
Por el contrario, un exceso de "tierra" nos hace mezquinos y nos conduce a ideas fijas y a la obsesión por el pasado. La vitalidad de la vida se aboga en la planificación y el criterio de utilidad.
Si a pesar de todo te resistís a comerla (la miel, claro) de esa manera, podés untarte todo el cuerpo con ella y ofrecerla para que alguien pueda tomarla de allí, te va a gustar, las cosquillitas de la lengua son lo más..., o hacélo vos, tomándola de la piel de tu pareja.
También como mascarilla facial para cutis secos es excelente, y con yemas de huevo batidas y un poco de aceite de almendras, es genial para un baño de cabellos secos y dañados por las tinturas, el sol, el mar....
"Tómese una cantidad de cebada de Libia, quítesele la paja y el tegumento, tómese una cantidad igual de alcarceña u órobo, empapar la una y la otra en huevo. Séquese y muélase todo. Agreguésele polvo de cuerno de ciervo, después unas cuantas cebollas de narciso machacadas en mortero, después goma y harina de trigo Toscana. En fin, ligarlo todo con una cantidad mayor de miel, y esta composición dará al cutis mayor tersura que un espejo".
-- Ovidio, "Cosméticos": V 53 --
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