Al igual que las experiencias de éxito o fracaso que haya experimentado tu hijo a lo largo de su vida de estudiante, condicionan su nivel de motivación hacia los estudios, también tus propias vivencias como estudiante, pueden condicionar la forma en la que le hablas de sus responsabilidades académicas o le animas a estudiar.
Si fuiste un estudiante de éxito, se puede deber a dos motivos principales:
- que te fuera fácil la tarea de estudiar, e inconscientemente no comprendas el esfuerzo que hace tu hijo o desvalorices sus intentos de superación;
- que te resultase muy difícil el trabajo de estudiante, pero te esforzases y trabajases duramente, por lo que probablemente presionarás inconscientemente a tu hijo para que consiga tus mismos resultados.
No obstante, hay muchos padres que fueron buenos estudiantes y sus hijos no lo son, pero no los presionan ni desprestigian, sino que los apoyan y les ayudan a superarse. Si fuiste un estudiante de éxito, puedes enseñar a tu hijo a obtener grandes resultados en los estudios si aprendes cómo hacerlo y en este curso aprenderás muchas técnicas para ello. Así que me alegro mucho por ti.
Si fuiste un estudiante que aprobaba con dificultades, que siempre suspendía, o que llegó a abandonar los estudios, puede que adoptes alguna de estas actitudes:
- criticar al colegio como institución educativa, así como a los profesionales que trabajan en ella, lo que predispondrá negativamente a tu hijo hacia lo estudios;
- presionar en exceso a tu hijo para que consiga lo que tú no lograste, lo cual puede hacerle sentir como un esclavo del estudio y desmotivarlo por completo;
- animar a tu hijo a obtener calificaciones suficientes y no contribuir al desarrollo de su motivación de logro, sino potenciar la adopción de una postura conformista.
Pero al igual que en el caso anterior, también hay muchos padres y madres que no fueron buenos estudiantes en su día, pero se esfuerzan incansablemente por motivar a sus hijos para que den lo mejor de sí mismos y se superen cada día.
No importa si fuiste un buen estudiante o detestabas ir a la escuela, puedes aprender a motivar a tu hijo, pero es necesario que si reconoces en ti mismo alguna de las conductas negativas que he descrito en los párrafos superiores, trates de cambiarlas poco a poco.
Ejercicio práctico:
Busca varios folios y rotuladores y pídele a tu hijo o hija que escriba o dibuje en uno de ellos, a modo de mapa mental, cuáles son los motivos por los que debe estudiar. Al mismo tiempo, entrégale un folio a tu pareja y otro para ti para que realicen el mismo ejercicio. Después, intercámbialos con ellos y reflexiona sobre lo que ha escrito cada uno.
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