La palabra surréalisme
es un término francés compuesto
del prefijo sur y el nombre réalisme.
La primera vez que aparece es en el título
de la obra de Apollinaire "Las tetas de
Tiresias Drama Surrealista".Su traducción
sería superrealismo o sobre el realismo.
De esa forma querría dar a entender que
el arte está mas allá de la realidad.
De hecho en un principio la traducción
española citaba "Superrealismo"
o "Sobrerrealismo".
Hoy en día
ha permanecido el término Surrealismo.
En 1924 se publicó
en París un manifiesto que despertó
sumo interés en toda una joven generación
de escritores, músicos y pintores y se
convirtió en el Manifiesto de referencia
para todos ellos. Numerosos artistas atraídos
por las razones de su autor, se inspiraron en
su extraño mensaje y crearon un conjunto
de obras desconcertantes, pero llenas de fuerza,
que transformarían radicalmente los presupuestos
tradicionales. Se trataba de los surrealistas.
El autor de ese
Manifiesto Surrealista fue André Bretón,
poeta francés interesado en las ideas
de Freud.
Bretón creyó
percibir una afinidad entre el arte y la locura
cuando atendía a los heridos durante
la Primera Guerra Mundial. Más tarde
intentó penetrar en su propio subconsciente
y se interesó por las ciencias ocultas;
practicó el espiritismo, estudió
la hipnosis y trató de escribir en estado
de trance.
Anteriormente en
1921 publicó en unión de su amigo
el poeta Phillippe Soupault, los primeros "escritos
automáticos", una colección
de fragmentos literarios, futuro de ensueños
subconscientes, reflejados en palabras e imágenes
cuyo orden y significado procedían al
azar.
Tres años
después Bretón publicó
el "Manifeste du surréalisme",
que exponía su filosofía del arte
como expresión del subconsciente, "Debemos
romper las ataduras a la razón",
declaraba. Había que desechar toda pretensión
formal; el artista debía convertirse
en "mero mecanismo de grabación
de sus sueños". Quienes estuviesen
dispuestos a crear, "libres de control
de la razón", hallarían una
nueva "realidad absoluta o superrealidad".
Bretón no
fue el primero en percatarse del poder misterioso
de lo irracional y de la omnipotencia de los
sueños. La inspiración surrealista
se había manifestado hacía siglos
en la fantasía gótica de Hieronymus
Bosch (El Bosco, pintor flamenco del siglo XV),
en los "sueños" y "pinturas
negras" de Francisco de Goya, en el siglo
XVIII, y en las visiones de pesadillas del escritor
estadounidense Edgar Allan Poe(es importante
reseñar que las mejores traducciones
de Poe fueron realizadas por Baudelaire a través
de este último penetró Poe en
los círculos literarios franceses).
En Francia, Charles
Baudelarie y Arthur Rimbaud fueron los predecesores
inmediatos del surrealismo, así como
el conde de Lautréamont y Guillaume Apollinare.
Pero el oráculo
del movimiento, el teórico cuyas enseñanzas
revolucionarias sirvieron a Bretón para
su programa, fue Sigmund Freud, primero en destacar
el papel decisivo que desempeña la memoria
y el subconsciente en el comportamiento humano.
Freud entendía
que la mente consciente, condicionada por las
convenciones sociales, ofrece una imagen limitada
y engañosa de la personalidad, y que
en el nivel más profundo de los sueños
los hombres expresan sus deseos y preocupaciones,
mediante un lenguaje oculto de símbolos
y asociaciones.
Freud también
se interesaba por el arte y escribió
amplios ensayos sobre la "Monna Lisa"
de Leonardo de Vinci, y "El Moisés"
de Miguel Angel; buscaba en estas obras indicios
ocultos que revelasen el mundo interior de sus
autores. Sin embargo, nunca preconizó
el tipo de experimentación que propugnaba
Bretón. De hecho, éste halló
bastante indiferencia en Sigmund Freud, cuando
en 1921 le habló de su exploración
artística del subconsciente.
Un impresionante
elenco de artistas de todo el mundo acabó
por reunirse en torno a Bretón. Entre
ellos cabe citar a Jean Arp, Max Ernst, Alberto
Giacometti, Rene Margaritte, André Massan,
Joan Miró, Yves Tanguy y Salvador Dalí.
Como Bretón
era poeta, la primera expresión del surrealismo
fue escrita. Los autores procuraban desterrar
toda lógica y permitir a las imágenes,
palabras y frases brotar sin obstáculos
desde el subconsciente hasta el papel.
No obstante, la
vida literaria del surrealismo, fue muy corta.
El mero relato de sueños y ensueños
resultó a la larga un campo demasiado
estrecho para los más brillantes.
Aunque la intención
de Breton era transformar el reino de la mente,
pronto llegó al convencimiento de que
debería antes derribar el sistema político
y social de su época. Las primeras extravagancias
y publicaciones de los surrealistas, concebidas
para fustigar al público y alertarlo
de sus desatinos, sólo provocaban rechazo.
En cierta ocasión, la prensa se volvió
contra Bretón y otros cuando promovieron
un alboroto en un solemne banquete literario.
Más tarde
el movimiento se unió a los comunistas
y apoyó con entusiasmo sus pretensiones
de revolución mundial. Como órgano
oficial de expresión, Bretón fundó
en 1925 la revista titulada "La revolución
surrealista". En 1929 publicó un
segundo manifiesto colocando a los suyos "al
servicio de la revolución". Proclamaba
que la tarea suprema del arte era la creación
de un nuevo orden universal.
Sin embargo, los
surrealistas nunca llevaron adelante un programa
político común. Eran demasiado
individualistas para adherirse al estricto dogma
del comunismo oficial y como intelectuales apenas
mostraban algo más que una simpatía
teórica hacia el proletariado.
Las pinturas surrealistas
(los lienzos de Dalí, Magritte, y algunos
otros) tuvieron un impacto mucho mayor y más
duradero que las teorías, obras e influencia
propagandística de Bretón.
Hubo quienes llevaron
con fortuna a su trabajo la idea de "automatismo"
definida por Bretón. El pintor francés
André Masson, por ejemplo, realizaba
dibujos semiabstractos a partir de líneas
que se dirían trazadas al azar. El alemán
Max Ernst creó la técnica del
"frottage" al dibujar sobre flores
prensadas, madera u otras texturas vegetales.
Ernst adhería a sus pinturas, ilustraciones
de revistas, trozos de madera, y otros fragmentos:
se trataba de collage. El español Joan
Miró poblaba sus lienzos con formas de
colores vivos y aspecto de ameba que sugerían
caprichosas siluetas humanas o asemejaban animales.
Otros pintores como
el belga René Magritte, el francés
Yves Tanguy y el español Salvador Dalí,
plasmaban visiones extrañas, a menudo
pesadillas, con claridad fotográfica,
dentro de un estilo que podría denominarse
"realismo fantástico". La yuxtaposición
de lo familiar y lo desconocido, que desde luego
no estaba exenta de una indefinible angustia,
constituía la entraña del movimiento
surrealista tal como se manifestaba en la pintura.
Las actividades
de los surrealistas no se limitaron a la experimentación
gráfica y literaria. Dalí y otros
artistas, pronto advirtieron que con técnicas
cinemáticas, como el fundido, la repetición
de imágenes y los montajes, podían
obtener notables efectos surrealistas que inmediatamente
pudieron en práctica. En 1929, Dalí
colaboró con Luis Buñuel en la
película surrealista "Un perro andaluz".
Dos años más tarde, el estreno
de "La edad de oro" también
creada por ellos, provocó un escándalo
en el público. Otras películas
clásicas del cine surrealista son "Entré
Acte" de René Clair (1924) y "La
sangre de un poeta" de Jean Cocteau (1931).
Con la segunda Guerra
Mundial el movimiento llega a América.
Breton, exiliado en los Estados Unidos, funda
allí la revista V.V.V., conoce a Trotski
en México y propicia y apoya el efecto
surrealista por todos esos países.
A su regreso a Europa
en 1945 insiste en difundir el movimiento surrealista.
Pero ya Francia, y Europa, han entrado en la
onda del existencialismo y del arte comprometido
desde otros presupuestos. Son Sartre y Camus
los nuevos creadores de opinión literaria.
Sin embargo, Breton, respetado y elogiado, lleva
su actitud de denuncia social hasta rebelarse
contra la guerra de Argelia (1958).
Haga clic
aquí para ver lel glosario del curso.
|