La meditación es el acto y efecto de meditar y meditar es entrar en estado meditativo. Básicamente podemos resumir esta tríada conceptiva como ‘calmar la mente’ tanto de su parloteo exterior como interior. Dicho de una forma más rigurosa: ‘reducir el número de pensamientos por minuto’. Dejar la mente en blanco no es posible, al menos durante mucho tiempo, y tampoco es deseable pues la función de la mente consciente es, justamente, pensar; detenerla sería ir en contra de nosotros mismos y de lo que se trata es de fluir, no de ponernos trabas.
Pero sí es necesario calmar esa mente que los orientales comparan con un mono enloquecido que va saltando (cambia) incesantemente de rama (pensamiento) en rama (pensamiento) y que el filósofo Platón (siglo V a.C.) usó la metáfora del caballo desbocado (pensamientos) que el auriga (la voluntad del Yo) tenía que domar para controlar su vida.
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