Es una técnica yogui muy poderosa para desarrollar la concentración, parte imprescindible de la meditación. Algunos la consideran un tipo de meditación en sí misma. Sólo se necesita una vela encendida u otro objeto brillante y situarlo a una distancia corta.

Sentado / a cómodamente en la posición que quieras, incluso sobre una silla, con los ojos abiertos, enfocas la atención exclusivamente en la llama, parpadeando lo menos posible. Lo más importante es que te olvides de ti mismo / a, de tu cuerpo, de las sensaciones, lo que te rodea, proyectando la atención a la llama. 

A la mente le vendrán pensamientos, como cuando meditas, porque de hecho esta técnica es un tipo de meditación. Cuando esto suceda reconduce tu atención con la finalidad que es la llama y que sustituye al mantra de la mayoría de meditaciones. Cuando lleves un tiempo puedes cerrar los ojos y visualizar la llama en la oscuridad de tu mente y luego volver a abrir los ojos y seguir mirando la llama. 

Este proceso se puede hacer repetidas veces. Cuando consigues centrarte en el presente, es decir, en la llama de la candela, llegas a perder la conciencia de ti mismo / a, como si dejaras de existir, y tu atención entera se traslada a la llama. En los casos de máxima concentración, el sujeto se funde con la llama, se siente llama.

Este estado de suma tranquilidad interior nos será muy útil para a continuación entrar en algún tipo de meditación que hayamos aprendido en el curso, ya que el caudal de pensamientos se calmado.