Esta es otra fecha
donde los mexicanos hacen alarde del gusto culinario.
En esos días de vigilia se acostumbra
tomar caldo de habas, empanadas de vigilia,
revoltijo con camarones (o sin ellos, según
como este el dinero), capirotada, y un sin fin
de recetas en cada estado.
El caldo de habas
se realiza de la siguiente manera: en una olla
se ponen 400 gr de habas ya peladas y lavadas,
junto con una cebolla y tres dientes de ajos.
Se le pone agua y se acerca al fuego hasta que
se deshagan las habas.
En tantita manteca se fríen 300 gr de
jitomates ya pelados, asados y molidos (algunas
personas no muelen el jitomate sino que lo parten
en cuarterones y así lo fríen).
Cuando se espesa se agregan al caldo de las
habas (en algunos hogares acostumbrar licuar
las habas ya cocidas porque no les agrada verlas
deshechas, saben igual y solamente cambia la
textura).
Se le agrega al caldo unas ramas de cilantro
y hierbabuena -hay personas que les agregan
nopalitos cocidos y partidos-, sal y pimienta.
Se deja hervir nuevamente y se sirve muy calientita.
Si nos gusta el picante podemos agregarle chilito
verde picado, sobre todo cuando hace un poco
de frío (en cuaresma nunca hace frío,
pero es por si lo hacen en otra epoca del año,
ya que esta sopa es muy reconfortante).
Las empanadas de
vigilia son como las que elaboran ustedes, pero
en ese tiempo se rellenan de romeritos, bacalao,
pulpo en jitomate, atún, o cualquier
producto que no sea carne roja.
Se acostumbra el
jueves santo ir a la visita de las siete casas,
es decir siete iglesias a rezar un poco y estar
en acogimiento con Jesús.
Después de ese recorrido que se lleva
a cabo en la tarde del Jueves Santo, en algunos
hogares acostumbran hacer capirotada y acompañar
este dulce con un cafecito o un vaso de leche
fría.
Vamos a utilizar
200 gr de pan, que vamos a dorar en manteca
procurando que no se queme el pan.
En un octavo de litro de agua se ponen 200 gr
de piloncillo y una raja o dos de canela, se
deja que hierva tres minutos, y en un platón
se va acomodando el pan ya frito y escurrido
y se baña con la miel del piloncillo.
Después se le desmorona queso -ya sea
añejo o el de su preferencia, pero que
sea para rallar-, y así sucesivamente
hasta que nos quede como un pastel.
Se le puede agregar piñones, almendras
o cacahuates, y también lo podemos meter
un poquito al horno a dorar (aunque en algunas
ocasiones ya no es necesario).
Una de las mas hermosas
tradiciones de cuaresma es la del Viernes de
Dolores, en que la costumbre es poner un altar
con vista a la calle y en la entrada principal
del hogar colocar una imagen de la Virgen de
los Dolores con el rostro vuelto hacia un crucifijo.
Se adorna con flores frescas o con las macetas
que hay en la casa, con platitos de trigo, naranjas
o cualquier otro tipo de fruta de la región.
También se realizan cadenas de papel
color púrpura y blanco en postura de
duelo, y es la costumbre visitar estos altares
para rezar una oración y después
de hacerlo preguntar si ahí no había
llorado la Virgen.
Los dueños de las casas a estos peregrinos
les ofrecían agua fresca ya sea de tamarindo,
jamaica o chia, en preciosos cantaros de barro.
Se supone que ese día algunas personas
llevan a cabo un ayuno total y que solamente
los niños o las personas enfermas podían
comer, y es por eso que no damos una receta
específica.
Claro que no toda
la gente lo acostumbra, y entonces es cuando
comen caldo de pescado o camarón, pescado
frito, o alguna receta originaria de su lugar
que no utilice carne roja.
El domingo de Pascua,
o de Resurrección, se acostumbra ir a
misa ya que es una de las ceremonias más
importantes de la fe católica, y como
ustedes sabrán en México la extensa
mayoría de su población es católica.
Después se va uno al parque a dar la
vuelta o a jugar con los niños -si hay
en la familia-, y se acostumbra en algunos hogares
-comer ahora sí- carne roja, que pueden
ser carnitas o barbacoa, o ir a comer quesadilla
de picadllo o tostadas de pollo o pata de res,
etc.
Antes se acostumbraba
realizar un dulce llamado aleluyas, que son
pequeños dulces de almendras que tenían
grabado el cordero pascual y que las religiosas
de los conventos de la ciudad de México
obsequiaban o vendían afuera de los templos.
Para estos dulces ponemos al fuego tres litros
de leche, a la que ya se le agregó un
cuarto de cucharada de bicarbonato, un kilo
con trescientos cincuenta gramos de azúcar,
y una raja de canela.
Cuando empieza espesar se retira y se le agrega
la almendra pelada y molida. Se vuelve al fuego
y se sigue moviendo para que no se pegue.
Cuando vemos ya el fondo del cazo y se desprende
de las paredes el dulce, se retira, se bate
un poco y cuando forma una pasta se toman pequeñas
porciones con las que se hacen las aleluyas,
marcándolas con un sello de madera donde
viene el cordero
y se ponen a enfriar.
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